Primera versión en Literaturas.com en octubre de 2011
El compromiso social del novelista norteamericano Upton Sinclair, nacido en Baltimore en 1878, es evidente desde sus primeras obras. Así en The jungle (1906; publicada en España en los años 20 con el título Los envenenadores de Chicago), la quinta de ellas y su primer gran éxito, describe las deplorables condiciones en que trabajaban los obreros de la industria de conservas de carne en Chicago, así como la falta de escrúpulos de sus patronos. Esta obra fue tan influyente como para provocar una caída a la mitad de las ventas de estos productos, tanto en los USA como en el extranjero, y propiciar cambios significativos de las regulaciones legales existentes. Otros hitos importantes de su carrera son King Coal (1917), en la que denuncia la explotación de los mineros de carbón en Colorado, o Oil (1927), que nos presenta el ascenso de un magnate del petróleo y ha tenido una adaptación cinematográfica reciente (There will be blood de P. T. Anderson, 2007).
En el verano de 1936, Sinclair es de los que toman decididamente partido por la República española y su forma de cristalizar este compromiso es haciendo lo que mejor sabe hacer, esto es, escribiendo. Así, en 1937 ve la luz They shall not pass. A story of the Battle of Madrid, que costea a sus expensas, realizando un gran esfuerzo por conseguir la edición más masiva y barata posible. También ofrece la obra para ser traducida renunciando a sus derechos de autor. La novela es un gran éxito y contribuye a dar a conocer al público americano y mundial la epopeya de un pueblo que en un momento en que casi todos claudicaban había decidido plantar cara al fascismo. La versión castellana aparecida en el mismo 1937 con traducción de F. Susanna Montaner y editada por el Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya es la misma que, revisada y acompañada de un prólogo de Jorge Ordaz, la editorial Navona acaba de poner de nuevo en circulación.
El argumento de la obra es simple. Rudy Messer es un muchacho huérfano que aspira a resolver su vida gracias a la próspera empresa alimentaria que regenta su tío Hermann. Corre el verano de 1936 y Rudy disfruta de una noche de fiesta, pero cuando le dan calabazas deambula por las calles de Nueva York hasta que en el puerto se da de bruces con un motín organizado por unos obreros que tratan de impedir la carga de un barco que llevará suministros a los fascistas españoles. Rudy recoge allí a Izzy Bloch, un joven judío que ha sido herido en la refriega, y lo acompaña a su casa. Días después, invitado por Izzy, Rudy acude a un mitin socialista. Las ideas que ha conocido conversando con Izzy y su padre Joseph, y que luego se exponen en el mitin chocan con las suyas propias, el darwinismo social heredado del ambiente familiar en que ha crecido. Por otro lado, su presencia en el mitin no ha pasado desapercibida a los servicios de espionaje de los nazis americanos, entre los cuales Ernie, un primo de Rudy, ocupa un lugar destacado. Seriamente amonestado, Rudy se debate y decide que tomará una decisión tratando de conocer bien los argumentos de las dos partes, pero cuando acude a una demostración de los nazis germano-americanos en la que miles de personas desfilan militarmente y escuchan inflamados discursos, nada de ello le convence. Al fin acaba rompiendo con los suyos.
Otro día, Giuseppe Daniele, un tipógrafo anarquista al que había conocido en el mitin, le explica algo de la situación internacional y Rudy comienza a sentir la inutilidad de su propia vida y a acariciar la idea de acudir a España para defender con las armas la noble causa de los trabajadores. Tras la muerte de Joseph, el padre de Izzy, Rudy le propone a éste viajar a España. La expedición se organiza al fin y la presencia en ella de jóvenes izquierdistas de diversas tendencias: anarquistas, socialistas y comunistas da lugar a discusiones sobre la estrategia más adecuada para contener el auge del fascismo. Al final son siete los reclutas que parten para España, y tienen que hacerlo de incógnito pues las autoridades americanas prohíben en ese momento a sus ciudadanos cualquier participación en la guerra. En el barco viaja con ellos Ernie, el primo de Rudy, que va a España con varios correligionarios para incorporarse al ejército sublevado. Tras aprovechar la travesía para ejercitarse físicamente y aprender algo de la geografía y la lengua españolas, los voluntarios llegan a Francia y se dirigen a París. En pocos días están en Portbou y tras tomar el pulso a Barcelona, ciudad en plena efervescencia revolucionaria que les entusiasma, se dirigen a Valencia y a Albacete, donde se organizaban las Brigadas Internacionales. Tras la necesaria instrucción militar, los jóvenes son enviados al frente de Madrid y Rudy Messer es propuesto como sargento. Las últimas páginas del libro describen la batalla encarnizada por la capital, en la que varios de los protagonistas dejan la vida.
Con unos personajes que simbolizan a la perfección las fuerzas desplegadas en aquel crucial momento histórico, ¡No pasarán! es ante todo el esfuerzo de un escritor de casta, un narrador hábil que dominaba su oficio por dar a conocer a sus contemporáneos la trascendencia del asalto que el fascismo acababa de ejecutar en España y la necesidad de involucrarse en la defensa de unas libertades y unos derechos que en todo el mundo estaban en peligro. En este sentido cabe destacar, por suponer una aproximación certera y casi de documental a un fenómeno poco conocido, las páginas que describen con todo detalle la ideología racista y la organización militar de los grupos nazis germano-americanos. Sinclair, que vio siempre la literatura como un instrumento para difundir las ideas emancipadoras en las que creía, puso de manifiesto en ¡No pasarán!, a través de la toma de conciencia y el compromiso de lucha de Rudy Messer, las armas más eficaces para frenar el horror que en aquellos momentos amenazaba al mundo.
Upton Sinclair, que se convirtió muy pronto en un escritor popular, fue también un personaje público que por ejemplo compitió en 1934 en las elecciones a gobernador de California por el Partido Demócrata con un programa radical para acabar con la pobreza. Ninguneado por la crítica académica, sólo en 1943 sería reconocido su talento al concedérsele el premio Pulitzer por Dragon’s Teeth (1942), una de las once novelas de la serie protagonizada por Lanny Budd, un influyente aventurero que se codea con todos los dirigentes mundiales. En estos libros, Sinclair nos aproxima a la historia del mundo occidental durante la primera mitad del siglo XX. Upton Sinclair falleció en 1968 tras una vida dedicada a la escritura y el activismo, pudiendo decirse que su variada y extensa obra literaria, en la que encontramos ensayos, novelas, relatos para niños y piezas teatrales, fue siempre un instrumento para arrancar al ciudadano medio americano de la ignorancia y despertar su conciencia política.