Primera versión en Rebelión el 22 de diciembre de 2015
La presentación de José Ramón Palacios y Francisco Javier Antón, así como la introducción del propio Jesús F. Salgado dejan clara la motivación con que nace Amor Nuño y la CNT. Crónicas de vida y muerte (Fundación Anselmo Lorenzo, 2014). Se trata con este trabajo de contestar a las afirmaciones calumniosas que autores como Jorge Martínez Reverte y Paul Preston han manifestado por escrito sobre el militante libertario Amor Nuño y el papel en general de la CNT en los asesinatos de presos que se producen a finales de 1936 en Madrid. El objetivo, más allá de cualquier mentalidad partidista, es analizar los datos existentes al respecto y establecer una aproximación a lo ocurrido que encaje con ellos de la mejor forma posible, sin rehuir responsabilidades, pero sin consentir difamaciones que repetidas por medios de gran difusión terminan creando consenso.
Amor Nuño
Ricardo Nuño Pérez nace el 2 de diciembre de 1913 en la villa asturiana de Cudillero, donde sus padres regentaban una pequeña tienda de ultramarinos. Se gana el jornal de joven en la panadería de esta localidad, pero en 1934 ya se tienen noticias de él afiliado al Sindicato del Transporte de la CNT en Madrid, aunque la falta de trabajo de chófer hace que se emplee como peón. Hacia 1935 conoce a María Asunción Maestre, con la que se casará durante la guerra. Pronto comienza a desempeñar puestos de responsabilidad en el sindicato, al tiempo que sufre detenciones que le hacen pasar temporadas en la cárcel. El 20 de julio de 1936 es liberado junto a otros destacados militantes de la CNT y se reintegra a su cargo de secretario de la federación local.
Hasta primeros de septiembre, Amor Nuño permanece con su columna por diversos frentes, aunque realizando visitas a Madrid. Los testimonios que se presentan muestran cómo en esta época salvó la vida de numerosas personas de derechas. Poco después, en noviembre y diciembre de 1936, alcanza su cénit como dirigente confederal, al ser nombrado consejero de Industrias de Guerra en la Junta de Defensa y posteriormente consejero de Transportes en la Junta Delegada de Defensa. Además, hasta el 18 de noviembre sigue siendo secretario de la federación local de la CNT. Salgado rastrea las tareas de Nuño en estos meses a partir de los testimonios disponibles, prensa y actas de reuniones. La imagen que emerge del caudal de documentación presentado encaja muy mal con el personaje dibujado en los escritos de Reverte y Preston y los hechos que se le atribuyen, que acaban apareciendo como una ficción enormemente difamatoria.
En 1937 y 1938 Amor Nuño continúa activo en el Sindicato de Transporte de Madrid, del que es secretario entre septiembre de 1937 y mayo de 1938. Por otra parte, en mayo de 1937 es movilizado y pasa a prestar servicio en diversas unidades de automóviles. La minuciosa recopilación de información sobre sus actividades en esta época tiene un gran interés, pues nos introduce de lleno en el funcionamiento asambleario y rigurosamente democrático de las bases de la CNT en aquellos tiempos ominosos de deriva totalitaria en todo el mundo y asalto al poder de los estalinistas en la España republicana. Amor Nuño ha de preocuparse además en esta época de la suerte de su padre, detenido y condenado a muerte en Asturias tras la caída del frente norte, aunque la pena sería conmutada a 30 años. Su hermano Acacio, movilizado por los fascistas, cae prisionero y es rescatado por él, que lo lleva a vivir a su domicilio en Madrid.
En marzo de 1939, Amor Nuño está entre los que buscan una imposible evacuación en Alicante, y luego es enviado al campo de concentración de Albatera. Existen conmovedores testimonios de su entereza en aquellos duros momentos. Es liberado de Albatera el 17 de abril por declaraciones de derechistas a los que había protegido, pero con la condición de presentarse en Madrid en la Comandancia Militar, cosa que hace. El 15 de mayo es detenido y aunque ahora también se multiplican las alegaciones a su favor, tras negarse a colaborar con la policía y sufrir torturas salvajes, el 7 de junio de 1940 es condenado a muerte y fusilado el 17 de julio.
En la obra se analizan con gran detalle sucesos trágicos ocurridos en Madrid durante la Guerra Civil de los que algunos historiadores han querido hacer responsables a militantes libertarios mucho más allá de lo que los testimonios existentes indican.
Los trenes de Jaén
Los días 11 y 12 de agosto, trenes procedentes de Jaén que transportaban presos a la cárcel de Alcalá de Henares fueron detenidos en las estaciones de Atocha y el Puente de Vallecas, asesinándose a 11 personas en el caso del primero y 189 en el segundo. Paul Preston en El holocausto español atribuye estos crímenes a milicianos anarquistas, pero un análisis concienzudo de los datos disponibles permite descartar con rotundidad esta acusación. Los principales autores materiales de los asesinatos quedan perfectamente identificados y no eran militantes libertarios, sino del PSOE y la UGT sobre todo. La investigación muestra además que algunas autoridades de la república tuvieron una gran responsabilidad en lo ocurrido y que los delitos se realizaron con una planificación que excluye la teoría de una reacción incontrolada de las masas.
El asalto a la cárcel Modelo
Todavía en el mes de agosto tienen lugar más acontecimientos dramáticos en Madrid cuando los días 22 y 23 se producen asaltos a la cárcel Modelo que culminan con el asesinato de al menos 32 presos, entre los que se encontraban Fernando Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda y Melquiades Álvarez. Salgado comienza reproduciendo las afirmaciones de Paul Preston en un artículo en El País y en su libro El holocausto español, en las que culpa a los anarquistas y concretamente a Amor Nuño de estos crímenes. Sigue luego un relato pormenorizado de los hechos que contrasta todos los testimonios existentes y pone de manifiesto palmariamente el cúmulo de falsedades y calumnias contenidas en los textos de Preston. En este caso también hay indicios de responsabilidad en las altas esferas gubernamentales y la ejecución fue realizada por personajes no relacionados con la CNT o la FAI, sino, al igual que en los trenes, fundamentalmente con el PSOE y la UGT.
Las “sacas” de noviembre y diciembre de 1936
- Antecedentes
Un análisis de los asesinatos cometidos en Madrid desde el 18 de julio hasta el 31 de diciembre de 1936, que es la época en que fueron más frecuentes, realizado a partir de la información contenida en la Causa General, muestra mal encaje con las opiniones de Ángel Viñas o Paul Preston acerca de la especial implicación de los anarquistas en estos hechos. La mayor responsabilidad corresponde claramente a entidades gubernamentales como la Policía y el Comité Provincial de Investigación Pública (CPIP), cuerpo este último cuyo origen y funcionamiento son analizados en detalle. Es el caso que los que podían y debían haber intervenido para acabar con las ejecuciones extrajudiciales fueron los más involucrados en ellas y las declaraciones al respecto de personajes como Clara Campoamor son concluyentes. El CPIP asesinó sobre todo a miembros de organizaciones y partidos fascistas, y militares que se negaban a servir a la República, aunque hay casos en que la condena se basó sólo en indicios o conjeturas. Un estudio pormenorizado de las sacas anteriores al 6 de noviembre (día en el que por la tarde el gobierno sale para Valencia) es importante porque señala la existencia ya por entonces del modus operandi que continuará después.
- Las sacas del 6 al 10 de noviembre
Tras la partida del gobierno, el CPIP es disuelto en una semana y la actividad represiva pasa a estar a cargo de la Consejería de Orden Público (COP) de la Junta de Defensa que se constituye. Los datos aportados muestran que la responsabilidad de las sacas de los días 6 y 7 (700 víctimas) es todavía del gobierno con gran influencia de algunos dirigentes del PCE y el PSOE, mientras que para las de los días 8 al 10 (500 víctimas), las culpas se reparten mucho más, pues en ellas además de los representantes gubernamentales también están implicados el consejero de Orden Público de la Junta de Defensa, Santiago Carrillo y sus colaboradores. El día 10, las sacas fueron interrumpidas tras el nombramiento del anarquista Melchor Rodríguez inspector de las prisiones de Madrid.
- Las sacas del 17 de noviembre al 4 de diciembre
A partir del 14 de noviembre, que es cuando Melchor Rodríguez presenta su dimisión ante las dificultades con que tropieza su labor humanitaria, eliminado con ello el principal obstáculo para su ejecución, las sacas se reanudan en breve, afectando a un número mínimo de 2309 presos entre el 17 de noviembre y el 4 de diciembre. Se analiza en detalle el procedimiento burocrático y logístico de estos crímenes, y se discute su responsabilidad, que recae sobre al Buró Político del PCE, aunque luego se ramifica en una amplia red de consentidores, cómplices y ejecutores. Salgado argumenta contundentemente, desmontando las ficciones de Jorge Martínez Reverte y Paul Preston que tratan de presentar a Amor Nuño como protagonista principal de estos hechos.
Este segundo período de grandes sacas finaliza cuando Melchor Rodríguez es nombrado otra vez inspector de las prisiones de Madrid y da las órdenes oportunas para que en ningún caso los presos puedan salir de de las cárceles sin una orden firmada por él.
Una nueva visión de los hechos
La paciente y laboriosa recogida de información realizada por Jesús F. Salgado es encomiable porque era poco lo que se sabía de Amor Nuño y además su nombre había servido para tejer calumniosas fabulaciones. Hay que señalar también que el análisis de los documentos estuvo dificultado por el propio carácter inmoral e ilegal de los hechos que se investigan, que hizo necesario contrastar y sopesar muy a menudo ocultaciones, falsedades y medias verdades. Del ingente trabajo emerge un relato que puede presentar aún zonas de sombra, como es inevitable que ocurra al estudiar acontecimientos tan complejos, pero que en todo caso sirve para desmontar las ficciones urdidas en torno a ellos. Amor Nuño y la CNT. Crónicas de vida y muerte cumple sobradamente los objetivos que se había propuesto: aporta datos esenciales sobre la biografía de un militante libertario ejemplar y deja mucho más claras de lo que estaban las responsabilidades por los crímenes perpetrados en la segunda mitad de 1936 en el Madrid republicano.
Personas como Amor Nuño, con todas sus limitaciones y defectos, lucharon y dieron la vida en muchos casos por construir una sociedad horizontal y fraterna, sin explotación del hombre por el hombre y ajena a cualquier dictadura. Tuvieron que enfrentarse para ello a Hitler y a Franco, a Stalin y a Mussolini; nada menos. Muy caro se lo tratan de hacer pagar desde los abismos del poder. Afortunadamente, existen historiadores como Jesús Fernando Salgado, dispuestos a dedicarse en cuerpo y alma a deshacer el entuerto.