Primera versión en Rebelión el 23 de abril de 2018
Nacido en 1925 en una tierra congoleña aún bajo el yugo belga, Patrice Émery Lumumba fue uno de los líderes más carismáticos en la lucha por la independencia de su pueblo. Alcanzada ésta y elegido primer ministro, en cuanto confirmó las intenciones reformistas que albergaba su gobierno fue destituido por un golpe de estado y torturado y asesinado. Este crimen ignominioso conmovió la conciencia mundial y sirvió para poner de manifiesto de forma palmaria lo difícil que es librarse de la lacra del colonialismo. El pequeño volumen que Wanáfrica acaba de editar recuerda los aspectos esenciales de la vida de quien fue además un abanderado de la unidad africana y presenta algunos de sus escritos, con selección e introducción del politólogo y académico congoleño Georges Nzongola-Ntalaja y traducción de Elena López.
La introducción nos acerca a la formación autodidacta de Lumumba y a la evolución de su pensamiento desde el colaboracionismo con la potencia colonial hasta un compromiso firme con la independencia a partir de 1957. Tras representar a su país en 1958 en Accra en la primera Conferencia de los Pueblos Africanos, Lumumba convirtió su partido, la rama más radical del Movimiento Nacional Congoleño, en un puntal decisivo de las revueltas populares que en junio de 1960 conquistaron la independencia. El gobierno que se constituye entonces con él al frente se declara dispuesto a poner al servicio de su pueblo la extraordinaria riqueza del país, en manos belgas y norteamericanas y con recursos tan estratégicos en ese momento como el uranio. El golpe de estado no se hace esperar y se produce en septiembre de 1960. Cuatro meses más tarde, Lumumba es fusilado por soldados y policías belgas junto a dos de sus compañeros, en un período convulso marcado por intentos de secesión, también auspiciados desde Occidente, de las provincias congoleñas meridionales de Katanga y Kasai del sur.
Entre los textos presentados en el libro encontramos en primer lugar un poema que recuerda el atroz pasado a que fue condenado el hombre negro y saluda un alba de esperanza en las luchas actuales. Los primeros discursos recogidos, como el famoso de la ceremonia de independencia, insisten en la intención de abrir una era en la que la justicia social y la unidad africana se plantean como los objetivos esenciales del nuevo estado, y éste se compromete a colaborar lealmente con todos los del mundo. Se denuncia con firmeza luego la agresión imperialista en Katanga y Kasai, que buscaba el desmembramiento del Congo con la complicidad en ocasiones de la ONU. Los emotivos fragmentos finales señalan el maltrato recibido tras su detención y manifiestan la esperanza de que, más allá del sacrificio personal que ve inevitable, al fin se alcance un tiempo en el que “África escribirá su propia historia y será una historia de gloria y dignidad al norte y al sur del Sáhara”.
Patrice Lumumba se convirtió tras su asesinato en un referente en el combate por lo que se ha denominado la “segunda independencia”, que no es otra cosa que la emancipación de los pueblos de los poderes neocoloniales que coartan su desarrollo. Desgraciadamente sin embargo, entre los que reivindican su legado no faltan algunos que la utilizan simplemente como un señuelo para engañar a las masas y acceder al poder, desde el que están dispuestos a perpetuar los mecanismos de explotación que vemos en el presente. Por esto es hoy más necesario que nunca acudir a unos escritos que trasparentemente ponen de manifiesto las tareas urgentes a acometer y evidencian de esta forma la doblez de los que usurpan la memoria de un hombre que lo dio todo en defensa de sus ideas.