Primera versión en Rebelión el 1 de diciembre de 2020
Antonina Rodrigo, escritora e historiadora nacida en 1935 en el Albaicín granadino, ha trabajado con tesón y rigor por mantener viva la memoria de las mujeres del movimiento libertario, luchadoras en la senda revolucionaria y las amargas trochas del exilio, pero destaca también por sus estudios sobre otros protagonistas de nuestro pasado reciente, como Margarita Xirgu, Salvador Dalí o Federico García Lorca. La colección “Pioneras en tiempos salvajes” de La linterna sorda acaba de incluir en su catálogo la versión definitiva de su biografía de la médica libertaria Amparo Poch y Gascón, una mujer que dedicó su vida a la salud y la emancipación de sus semejantes, cofundadora del colectivo Mujeres Libres, divulgadora de la medicina más humanista en sus escritos y consejera de Asistencia Social durante el ministerio de Federica Montseny.
Primeros años: Zaragoza
Amparo Poch y Gascón nació en la capital aragonesa en plenas fiestas del Pilar del año 1902. La mayor de los cinco vástagos de un sargento de ingenieros, muy pronto destaca por su clara e inquieta inteligencia, y tras completar, por imposición paterna, la carrera de magisterio, comienza la de medicina, en cuyo curso preparatorio es la única alumna entre más de cuatrocientos varones. Si la educación superior estuvo vedada mucho tiempo a las mujeres, hay que decir que los estudios de medicina representaban el sanctasanctórum de esta prohibición secular. Antonina Rodrigo nos aproxima a los “argumentos” con los que se trataba de justificar este oprobio, y a los hitos de una historia de emancipación que merece conocerse.
No es hasta la década de 1870 cuando en España a unas pocas mujeres se les permite acceder las facultades de medicina y doctorarse, y así se inicia un goteo al que contribuye nuestra protagonista en 1929, tras lograr matrícula de honor en todas las asignaturas, que se dice pronto. A finales de ese mismo año abre su consultorio, en el que ofrece una atención especial a las mujeres y niños de la clase obrera. Paralelamente a sus estudios, Amparo publica artículos en la prensa, en los que brillan su fino humor y sensibilidad. También pinta, escribe poemas y en 1923 ve la luz Amor, su única novela. Le queda tiempo aún para colaborar en las actividades de la CNT en su ciudad.
En textos suyos de esta época, como la Cartilla de consejos a las madres (1931) o La vida sexual de la mujer (1932), Amparo Poch trata de combatir malos hábitos y divulgar conocimientos que favorezcan una vida plena para las que sufrían sometimientos, supercherías y prejuicios ancestrales. En 1932 se casa por lo civil con Gil Comín Gargallo, buen amigo desde hace años, hecho que sorprende pues ella expresa en sus escritos su rechazo de la monogamia: “Pareja humana, propiedad privada y capitalismo: he aquí tres piedras que se sostienen mutuamente”. El desamor llegó pronto, y a partir de entonces tuvo varios compañeros sentimentales, pero no reincidió en el matrimonio.
En la primavera de 1934, el malestar de su familia por la separación con Gil y el peligro que corría tras denunciar en la prensa torturas policiales a huelguistas, hacen que Amparo tome la decisión de instalarse en Madrid.
República y Guerra Civil: Madrid, Valencia y Barcelona
En la capital de España, la joven doctora prosigue con su trabajo y activismo, abre una clínica para mujeres y niños en el Puente de Vallecas, da clases y conferencias y divulga métodos anticonceptivos. En mayo de 1936, fruto de su entusiasmo y el de Lucía Sánchez Saornil y Mercedes Comaposada, sale a la calle el primer número de Mujeres Libres, revista hecha por y para mujeres, que apuesta por la emancipación femenina como requisito para la transformación revolucionaria de la sociedad. Emma Goldman va a publicar asiduamente en ella, y Amparo aportará poemas y artículos de puericultura. El éxito del proyecto sorprende a propios y extraños, y pronto llega además la colaboración con el Grupo Cultural Femenino de Barcelona, orientado a los mismos objetivos, que culmina en breve con la fusión de ambos colectivos.
Desencadenada la guerra civil, Amparo Poch, de firmes convicciones pacifistas y presidenta de la sección española de la Sociedad de Resistencia contra la Guerra, encuentra esto compatible con el apoyo a los que se defienden de la acometida fascista, y entiende que su lugar está en ese momento en los hospitales de sangre. Así, en los primeros meses, encuadrada en las milicias del Partido Sindicalista, atiende a los heridos en el frente de la sierra madrileña. Antonina Rodrigo repasa en un capítulo del libro el papel de las milicianas en el ejército republicano, y nos acerca a aquellas infinitas historias de dignidad y heroísmo.
En este tiempo turbulento, y luminoso también, Mujeres Libres se convierte en un arma de combate desde la trinchera de las mujeres, atenta a sus problemas en la nueva situación, y prodigándose en pasquines y murales. En octubre de 1936, cuando se baraja la entrada de la CNT en el gobierno, Amparo Poch es apoyada por el sector treintista para el ministerio de Sanidad, pero al fin triunfa la candidatura de la faísta Federica Montseny, la cual, al organizar su gabinete, nombra consejera de Asistencia Social a nuestra doctora. En el desempeño del cargo, ésta volcará su inteligencia y capacidad de trabajo para alejar a los niños de los horrores de la guerra, con el plan de los Hogares Infantiles y evacuaciones a México y la Unión Soviética.
Cesada el 3 de junio de 1937, con la caída del gobierno Largo Caballero, Amparo se traslada en noviembre a Barcelona, donde sigue ejerciendo la medicina, dirige el Casal de la Dona Treballadora, que imparte cursos de capacitación cultural, y colabora en la prensa obrera. A comienzos de 1939, ante la inminencia de la derrota, se concentra en la tarea de evacuar a heridos, ancianos y niños, y con ellos atraviesa la frontera. Así llega a Prats de Molló, donde va a permanecer hasta septiembre de 1939.
Exilio: Toulouse
Tras residir en Nimes, a finales de 1945 Amparo Poch se establece en Toulouse con su compañero de esos años, Francisco Sabater, aunque éste, gravemente enfermo, va a regresar a España en poco tiempo. Allí nuestra médica ejerce su profesión a través de la Cruz Roja Republicana Española y la Solidaridad Internacional Antifascista, da clases y sigue escribiendo en la prensa. Antonina Rodrigo ha reunido numerosos testimonios de amigos y pacientes suyos que revelan a la par su solvencia científica y su calidad humana a lo largo de toda su carrera y también en estos días difíciles. Son páginas que se leen con placer, porque rescatan la trayectoria irrepetible de una mujer docta e intuitiva a la par, que sabía utilizar el amor, el humor y la persuasión como herramientas clínicas cotidianas.
Dura era la vida de los exiliados, sólo aguardando el fin de una dictadura que la Guerra Fría eternizaba, y en esta espera sin esperanza, una cruel enfermedad vino a hacer que nuestra protagonista no llegara a ver el mutis del tirano. Anotaciones en el diario de su amigo José Peirats nos informan a partir de febrero de 1965 del mal que va a ir minando sus facultades y su carácter. Se trataba de un tumor cerebral, y ante el desenlace inminente, Amparo siente el deseo de ir a morir a su tierra, pero sus hermanas le responden airadamente que nada quieren saber de la que “ha sido la ignominia de su casa”.
El 15 de abril de 1968, la doctora Amparo Poch Gascón fallece en el hospital de La Grave en Toulouse. Tres días después, más de doscientos exiliados se reúnen en el cementerio de Cornebarrieu en Blagnac para darle su último adiós. Tras el dolor de la derrota y el desarraigo, el Ángel de la Guarda de todos ellos recibía sepultura en una tierra extranjera.
Afortunadamente, la historia no está reñida del todo con la justicia en algunos casos. En el año 2002, coincidiendo con el centenario de Amparo Poch, se publicaron la primera versión del estudio de Antonina Rodrigo sobre ella y una selección de sus escritos, y hay que decir que desde entonces, en su ciudad natal, no se ha olvidado su nombre y se reivindica su memoria.
El sendero de una luchadora
La minuciosa aportación biográfica de Antonina Rodrigo en Amparo Poch y Gascón. La vida por los otros dibuja los rasgos de un ser humano excepcional en su compromiso humanista y solidario. Fue una mujer capaz de alcanzar una sólida preparación científica en una época en que esto estaba casi vedado, y que una vez lograda ésta, sólo le vio sentido al ponerla al servicio de quienes más precisaban su ayuda. Es el suyo el perfil osado y memorable de una adelantada a su tiempo, pionera de la emancipación femenina, de los métodos anticonceptivos y del amor libre, una doctora preocupada no sólo de la salud física de sus pacientes, sino también de su liberación de las trabas que la sociedad les imponía, marginándolas en roles sometidos y denigrantes.
Sin embargo, esta aproximación biográfica no es el único atractivo de la obra. La recopilación de fuentes realizada permite además a su autora describir con precisión, pasión y arte cada uno de los contextos históricos que la protagonista vivió, desde la Zaragoza de principios de siglo hasta los avatares del exilio español en Toulouse, pasando por los dramáticos escenarios de la república y la guerra civil. Merece destacarse, respecto a esta última época, la enorme cantidad de información aportada sobre el papel desempeñado por las mujeres. Nunca se valorará suficientemente el heroísmo de las que no sólo lucharon en los frentes, sino que fueron esenciales en la retaguardia y asumieron sin pestañear las labores que caían sobre ellas mientras todo se derrumbaba.
Otro aliciente del volumen es la espléndida edición de La linterna sorda que, fiel a su tradición, ha sabido ilustrar el texto generosamente con documentos y fotografías de la época, muchas de ellas rescatadas de archivos y datadas e interpretadas aquí por primera vez. El resultado final es una joya bibliográfica, perfectamente justa para honrar la memoria de una mujer cuya vida fue un empeño constante y voluntarioso por mejorar la de sus semejantes.