Primera versión en Rebelión el 26 de enero de 2022
Marzo de 1906 en la ciudad de Nueva York. Emma Goldman, enfermera, activista del anarquismo y pionera de la emancipación femenina, ve materializado su sueño al sostener en sus manos el primer número de Mother Earth, la abultada revista (64 páginas) que ella misma ha concebido y con la que planea impulsar la difusión de la idea libertaria y la mejor literatura humanista. Nacida en 1869 en Kaunas (Imperio ruso entonces y hoy Lituania) en una familia judía, y llegada en los últimos días de 1885 a los Estados Unidos, la feliz editora es bien conocida ya como conferenciante y articulista, y su compromiso en la lucha contra los dueños del mundo la ha llevado varias veces a la cárcel, experiencia que definió como “su escuela más dolorosa, pero también la más vital”.
El año siguiente, Alexander Berkman (1870-1936), también judío y nacido en Lituania (en Vilna), amigo y amante de Emma Goldman, asume la dirección de Mother Earth tras su regreso de la penitenciaría de Pittsburg. Allí ha cumplido casi catorce años de condena por un atentado fallido sobre el magnate del acero y masacrador de huelguistas Henry Clay Frick. Sus Memorias de un anarquista en prisión, crónica puntual y desgarradora del calvario de un espíritu libre, serán publicadas en 1912 por la editorial que nace a la sombra de la revista.
Los tres mil ejemplares del primer número de Mother Earth van a ir aumentando a medida que ésta se convierta en una referencia del pensamiento crítico en los Estados Unidos y las figuras más destacadas del anarquismo mundial traigan a ella sus textos. Sindicalismo, literatura, arte, libertad sexual y control de la natalidad son temas habituales, como lo es el pacifismo, y en 1917 desde sus páginas se entabla una intensa y bien argumentada campaña contra la participación de los Estados Unidos en la guerra con llamamientos a la deserción. Se suceden entonces registros, incautaciones y procesos judiciales y en agosto de ese año la revista desaparece. A finales de 1919, nuestros dos protagonistas, que habían sido encarcelados, son deportados a la Unión Soviética; allí van a permanecer hasta diciembre de 1921, pero esa ya es otra historia…
Un grupo de editoriales libertarias (Corazones Blindados/Fulminantes 07 y las fundaciones Aurora Intermitente, CEDCS y Anselmo Lorenzo) han coordinado esfuerzos para que vea la luz una “antología esencial” de los artículos de Mother Earth, seleccionados, traducidos y anotados por Federico Corriente. El libro viene con abundantes reproducciones de portadas, ilustraciones y textos con la tipografía de la publicación e incorpora además un índice final con biografías sintéticas de los autores incluidos.
De las veintiséis contribuciones, ordenadas cronológicamente, cuatro llevan la firma de Emma Goldman. En el número inaugural, la fémina más peligrosa de América, según el FBI, expone sus ideas sobre la emancipación de la mujer, que ve en gran parte como una necesaria rebelión de su propia mente contra los prejuicios que la coartan; después, en 1909 resume las noticias que llegan de la Semana Trágica catalana, saludando su huelga general, instrumento formidable, así como su anticlericalismo y antimilitarismo; en 1911 relata las persecuciones y ultrajes policiales durante una gira de conferencias por el país; y en 1915 clama contra la “matanza universal” que ha estallado en Europa, profetizando con horror el militarismo norteamericano que ha de prevalecer una vez vencido el alemán, hijos todos del engendro capitalista.
La poeta y ensayista libertaria individualista Voltairine de Clayre (1866-1912) aporta al volumen una reflexión sobre el asesinato en 1901 del presidente William McKinley por el anarquista León Czolgosz, de la que concluye: “Los infiernos del capitalismo engendran a los desesperados, y los desesperados actúan… ¡de manera desesperada!” En otra contribución, de Clayre analiza las “ideas dominantes” de diversas civilizaciones y épocas, para aterrizar en la “obsesión por la productividad y la posesión” del presente, reflejo para ella de un espíritu inquieto huyendo de sí mismo. Remarca sin embargo la permanencia de la duda y la rebeldía, capaces de alumbrar nuevos mundos. Por su parte, el periodista libertario Warren Star van Valkenburgh (1884-1938) arremete en tres cáusticos artículos durante la Gran Guerra contra la hipocresía del orden familiar y estatal, el antisemitismo del Imperio ruso y las farsas electorales norteamericanas: “El engaño subyacente es que pueda existir algo así como el gobierno popular”.
Diferentes autores contribuyen al volumen con textos de interés, como una lírica reflexión contra el concepto de éxito social que se estila, con un canto a la grandeza de muchos “fracasados” de la historia humana, creadores de lo mejor que tenemos. Se discuten además las opiniones de G. B. Shaw sobre los Estados Unidos, la oportunidad que ofrecen los juicios a anarquistas para la propaganda o el valor de la huelga de hambre como forma de protesta, y se da noticia de la masacre de mineros y sus familias en abril de 1914 en Ludlow (Colorado), a la que se responde con llamadas a la insurrección. Otros artículos defienden la libertad sexual y los derechos de las prostitutas contra cierto “feminismo” etiquetado como puritano, o reflejan la fascinación que había por entonces en los medios libertarios por Nietzsche o Stirner.
Se han recopilado también editoriales de Mother Earth, que descubren las dificultades de todo tipo que debió encarar el proyecto y aportan crónicas de procesos sociales de aquellos días, como el movimiento de parados que realizó ocupaciones de iglesias en marzo de 1914 en Nueva York. En agosto de ese mismo año, se vaticina el horror que va a asolar Europa, “un paroxismo de locura como el mundo no ha visto jamás”, al tiempo que se critica la palabrería de una socialdemocracia que se declaraba capaz de evitar el desastre. En los meses siguientes, los intelectuales alemanes que justifican la carnicería son puestos en evidencia, y en cartas a la revista, Errico Malatesta y Émile Armand manifiestan su antibelicismo y cargan contra los anarquistas que han expresado su apoyo a los aliados.
El volumen, con su acertada selección de contenidos, nos introduce de lleno en los escenarios de explotación y guerra de una época que al final comprendemos que no era tan diferente de la nuestra. Trinchera del pensamiento y la praxis libertarias, Mother Earth desempeñó hace cien años una labor crucial de información y agitación, jugosa de enseñanzas universales. Alexander Berkman definía así en 1916 sus objetivos: “El propósito de la propaganda anarquista es despertar a la humanidad a una autoconciencia continuamente mayor, el primer paso para la autosuficiencia y la afirmación. (…) Mother Earth ha intentado articular el grito de las masas oprimidas y explotadas que luchan por los medios de vida, y el del artista por la expresión del alma, porque los dos son sólo manifestaciones diferentes del mismo espíritu.”