Primera versión en Rebelión el 6 de junio de 2023
El acceso a la presidencia de México de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el 1 de diciembre de 2018 generó grandes expectativas de adecentamiento de la vida política y consolidación de una visión estratégica en la economía del país. El ambicioso empeño se materializó en la bautizada como Cuarta Transformación (4T), un programa de modernización que iba a permitir superar las rémoras del pasado.
El tiempo transcurrido, sin embargo, ha hecho cundir el desánimo, al no observarse signos claros de progreso, sino más bien una continuidad en muchos aspectos de la ofensiva neoliberal que caracterizó a los gobiernos anteriores. De esta manera, la situación actual está marcada sobre todo por la dinamización de megaproyectos que plantean graves problemas ambientales y para las formas de vida tradicionales asentadas en el territorio.
La resistencia de las comunidades indígenas ante los peligros que las acechan no se ha hecho esperar y de ello se nos da noticia ampliamente en Indigenismo, violencia y despojo, un volumen colectivo coordinado por Francisco López Bárcenas que ha sido editado en 2021 en Oaxaca por el Centro Intradisciplinar para la Investigación de la Recreación, A. C. y Pez en el árbol. En una época de incertidumbre y proliferación de relatos, este libro aporta piezas de información imprescindibles para saber lo que está ocurriendo realmente en México. El volumen viene además con una bibliografía, útil para profundizar en los asuntos tratados, y un anexo fotográfico.
Los indígenas del sudeste mexicano y la 4T
La introducción corresponde a Luis Hernández Navarro, que comienza criticando la performance ejecutada en la toma de posesión de AMLO. En ella participaron en nombre de los pueblos originarios auténticos activistas en lucha por los derechos de sus comunidades, pero también “profesionales de la representación indígena” a los que se suele ver a la caza de puestos y recursos. Se notó además la ausencia de organizaciones importantes, como el Congreso Nacional Indígena (CNI). Unos días después en Chiapas, los zapatistas celebraron con una parada militar los veinticinco años de su levantamiento armado. Desfilaron más de cuatro mil combatientes, cada uno con dos bastones de madera que hacía chocar marcando el paso. Para rematar el acto, el subcomandante Moisés les arengó: “Nos quieren mentir, nos quieren engañar. Es una burla, una humillación. Vienen a por nosotros, por el EZLN. No le tenemos miedo al gobierno. Aquí el mal gobierno no manda, mandan las mujeres y los hombres.” Para Hernández Navarro, el enfrentamiento resulta inevitable cuando el gobierno, sedicentemente progresista, asume viejos proyectos para el sudeste mexicano que suponen en realidad una vuelta de tuerca del desarrollismo capitalista, con insoportables cotas de agresión ambiental y sobre las formas de vida de las poblaciones indias.
Francisco López Bárcenas en el capítulo del que es autor aporta algunas claves para comprender la situación. Un detalle importante, ya en la toma de posesión del nuevo presidente, fue cuando declaró que prestaría atención preferente a los indígenas en sus programas de gobierno. Ciertamente no era esto lo que se le demandaba por parte de los más concienciados, sino un reconocimiento de derechos para que las comunidades pudieran decidir libremente su futuro. Un repaso de la historia muestra que tras el dominio español se ha establecido lo que puede definirse como un “colonialismo interno”, con marginaciones e imposiciones continuas, y violencia y asesinatos ante cualquier intento de resistencia.
Otro aspecto esencial señalado por López Bárcenas es la variedad de apoyos que convergieron en el amplio triunfo electoral de AMLO, que provocó tras la victoria una lucha por espacios de poder entre facciones más que un empeño en solucionar problemas. La reducción del presupuesto para asuntos indígenas, ya desde el primer momento, tampoco fue un buen augurio, y pronto se vio que las giras presidenciales marginaban a los movimientos que reivindicaban autonomía o se oponían a actuaciones que vulneraban sus formas de vida, privilegiando a los que sólo pedían ayudas. Tras las promesas electorales de rechazar los megaproyectos, el vuelco por parte del nuevo mandatario era evidente, y lo mismo puede decirse en el caso de los transgénicos, en el que se pasó de renunciar a ellos en campaña a nombrar como secretario de Agricultura a un renombrado promotor de estos cultivos.
La información expuesta no deja resquicio a la duda. Desde la asunción del poder por AMLO, los megaproyectos en curso prosiguieron su desarrollo, al tiempo que arrancaban otros nuevos, como el Tren Maya, que supone en realidad un reordenamiento del espacio regional para beneficio del capital, el Corredor Transístmico para conectar el Pacífico y el Atlántico en Tehuantepec o el aeropuerto Felipe Ángeles. Las irregularidades en estos proyectos han sido denunciadas por los organismos internacionales y las comunidades indígenas. Hay que decir además que la violencia contra éstas, con un infame historial en la época reciente, marcado por más de un centenar de asesinatos, ha continuado bajo el actual gobierno, con nuevas víctimas cuyos nombres y trayectorias se recuerdan.
López Bárcenas repasa también los escenarios de resistencia que es necesario crear ante el desastre neoliberal que no cesa. Los indígenas buscan mejorar su vida construyendo autonomía con proyectos agrícolas, de reforestación o capturas de agua, de educación y culturales. En este empeño, la experiencia consolidada de los zapatistas de Chiapas es para todos una referencia. El objetivo último sería sustituir el monstruo estatal al servicio del capital por una red de comunidades autogestionadas y solidarias.
El istmo de Tehuantepec
Emanuel Gómez Martínez contribuye al volumen con un texto sobre el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), ambicioso proyecto que quiere ser nada menos que una vía alternativa al canal de Panamá. Una síntesis de las características geográficas, económicas y humanas de la región pone de manifiesto su pobreza y conflictividad social, pero el estrechamiento del continente en esta zona ha dado lugar desde antiguo a planes para lograr a través de ella una comunicación entre los océanos.
Las iniciativas se fueron sucediendo con escasos resultados y la situación se deterioró aún más con el gran terremoto de septiembre de 2017, que mostró a las claras la vulnerabilidad de las edificaciones existentes en la zona. Tras la llegada de AMLO a la presidencia en 2018, es cuando el CIIT se pone vigorosamente en marcha, con el objetivo de convertir a la región en un punto clave del comercio mundial a través de una modernización de puertos y la construcción de una vía ferroviaria de alta velocidad, además de inversiones en industria petroquímica, aeropuertos, autopistas y otros empeños, incluida la promoción social y económica de las poblaciones afectadas.
Gómez Martínez analiza el impacto en derechos humanos de las actuaciones que se han realizado hasta el momento. Detecta por ejemplo deficiencias en la potestad que tienen las comunidades de manifestar y hacer valer su criterio respecto a los programas y su ejecución. Las consultas en marzo de 2019 a través de asambleas se organizaron con muy poco tiempo y resultaron insuficientes, pero el megaproyecto echó a andar. A pesar de estos problemas, se concluye que en la actualidad, y a diferencia de lo que ocurría con gobiernos anteriores, aparte del combate a la corrupción, es notable la inversión que se está promoviendo en desarrollo social, rural y programas de educación.
Otro aspecto que para Gómez Martínez invita a la esperanza es que la ejecución de las obras está ahora a cargo de una empresa estatal, que en su opinión puede ser más efectiva que la mano invisible del mercado. En cualquier caso, la situación que se describe sólo podrá resolverse de forma positiva si existe un diálogo entre el gobierno y las comunidades indígenas que garantice que los intereses de éstas sean respetados. Como veremos a continuación, lamentablemente esto no es así en demasiadas ocasiones.
Escenarios de represión: Oaxaca y San Mateo del Mar
Pedro Matías, en el capítulo que aporta al volumen, nos acerca a la masacre perpetrada en junio de 2020 en Oaxaca. Los que protestaban pacíficamente, en gran parte mujeres, fueron golpeados con saña y quemados vivos, resultando quince asesinatos. La tragedia se une a la lista de otras quince al menos, ocurridas en los últimos treinta y cinco años, con decenas de crímenes que han quedado muchas veces en la impunidad porque la mayoría de las víctimas eran indígenas. La violencia en la región incluye en su amplio inventario asesinatos racistas, pero también rencillas entre comunidades y actividad de grupos armados. Ante la pasividad de las autoridades, algunos crímenes llegaron al Tribunal Penal Internacional. Pedro Matías rememora episodios de este terror que hubo de vivir en el desempeño de su actividad como periodista.
Oaxaca es un territorio eminentemente indígena, con gran diversidad étnica y lingüística. Tras la revuelta zapatista de 1994, se consiguió dotar de cierta autonomía a los municipios de este estado, y a día de hoy 417 de un total de 570 se rigen por el sistema normativo indígena. Sin embargo, factores externos conspiran y actúan contra estos logros y las comunidades han de enfrentarse a proyectos hidroeléctricos, de minería y parques eólicos que ponen en peligro su forma de vida. Lo hacen con métodos legales y pacíficos, pero en ocasiones se recurre a la violencia contra ellos. Otro problema añadido lo supuso la pandemia de la covid 19, que con sus restricciones frenó el proceso de organización y resistencia, y también las acciones judiciales contra la minería, que comenzaban a lograr éxitos. Sin embargo, las explotaciones, consideradas “actividad esencial”, siguieron funcionando.
En otro capítulo, Diana Manzo describe los acontecimientos de junio de 2020 en San Mateo del Mar, municipio indígena oaxaqueño en la costa del Pacífico. Los habitantes de este lugar, celosos de su autonomía y decididos a preservar el mar que les da sustento, llevaban años oponiéndose a proyectos que se trataban de imponer en su entorno, pero el ambiente se tensó con la llegada a la localidad de elementos foráneos con pretensiones de asesorar y controlar la vida y las finanzas del pueblo. Cuando éstos comenzaron a practicar la compra de votos y a violar los usos tradicionales, la resistencia se canalizó mediante protestas en los organismos superiores y tratando de promover una dinámica de asambleas y búsqueda de acuerdos. A pesar de estos esfuerzos, la situación se fue deteriorando y el 21 de junio un grupo que se dirigía a una reunión fue masacrado, resultando dos mujeres y trece hombres asesinados.
Contra las interpretaciones de estos hechos que se dan desde el gobierno de la nación, hablando de conflictos entre comunidades, la crónica pormenorizada que nos ofrece el libro evidencia que el factor desestabilizador es en realidad la embestida neoliberal con sus megaproyectos. Éstos ponen en peligro las formas de vida tradicionales y sus agentes compran voluntades y envenenan relaciones, recurriendo incluso a la violencia más extrema para alcanzar su objetivo. Lo que se vive en resumen en San Mateo del Mar es la dialéctica entre el estado, vehículo del dinero y la explotación capitalista, y los indígenas que sólo pretenden que los dejen en paz, algo que hoy en día parece imposible.
La llegada al poder de AMLO en 2018 con su aire renovador abrió perspectivas de esperanza, pero la ofensiva neoliberal en curso a nivel global no se detiene con buenas palabras. Indigenismo, violencia y despojo nos explica cómo se está desarrollando en este momento en México la lucha del capital por adueñarse del mundo y pone de manifiesto cómo los megaproyectos que se están implementando tratan de ofrecer un rostro benéfico de “desarrollo”, pero resultan muchas veces contaminantes y destructivos. Afortunadamente, nos quedan en la memoria también, tras la lectura del libro, numerosos ejemplos de heroicas comunidades que, enfrentando la acometida, no cejan en su empeño de defender su autonomía y vivir en equilibrio con su entorno.