Primera versión en Rebelión el 10 de abril de 2024
El pueblo gitano ha sido objeto de segregaciones y represiones sin cuento, que lo han llevado a los márgenes de la sociedad, y hoy mismo padece una lamentable falta de derechos y una existencia muy por debajo de los estándares comunes entre nosotros. ¿Anarquismo gitano?, reciéneditado por Los libros de la catarata es un intento de aproximarnos a la historia de este pueblo y los problemas de su presente. Se explora también la conexión entre la cultura gitana y el pensamiento libertario, lo cual sirve de introducción para recordar las biografías de seis destacados calés y calís anarquistas de la primera mitad del siglo XX español.
Los autores del libro son Silvia Agüero (1985), comunicadora, y su esposo Nicolás Jiménez (1968), sociólogo, ambos gitanos comprometidos con la emancipación de su gente y con numerosos libros y artículos de investigación y divulgativos ya publicados sobre su historia, cultura e idioma. Ellos crearon además la asociación Gitanizando, que les sirve de vehículo para su activismo.
La historia que condiciona el presente
Un amplio capítulo del libro está dedicado a sintetizar la historia del pueblo gitano. El origen suele remontarse a los comienzos del siglo XI, cuando tras una incursión en un reino del norte de la India con capital en Kannauj, el sultán Mahmūd de Ghaznī, región actualmente en Afganistán, capturó a toda la población de esta ciudad (53 000 personas), muchos de ellos hábiles artesanos, y se los llevó a su país, donde a unos los puso a trabajar en sus proyectos y a otros los vendió como esclavos, con lo que acabaron dispersos por Asia Central.
En los años siguientes, las invasiones Selyúcidas en la región motivaron que estos esclavos indios fueran migrando progresivamente hacia el oeste, hasta entrar en contacto con el Imperio Bizantino. De esta forma, es durante el siglo XI y en el territorio de Anatolia, donde se suele considerar que se produjo la aglutinación de clanes, lenguas y culturas, con influencias indias, persas, armenias y griegas, que dieron lugar al idioma romaní moderno y al pueblo gitano. Nuevas migraciones en los siglos XV y XVI distribuyeron a estas gentes por toda Europa, y su lengua, en contacto con el castellano, originó el caló que se habla en España.
Esta última diáspora ocurre en un momento de crisis en el continente. En Europa occidental, se están formando estados nación y los que llegan son percibidos como un peligro para esa unidad que se pretende, o incluso se sospecha que sean espías del Imperio turco. La respuesta va a ser violenta y en múltiples ocasiones recurre al exterminio físico y cultural. Mientras tanto en Rumanía pervivía el régimen feudal y los romaníes fueron esclavizados. La mejor situación se dio en los imperios ruso y turco, donde los recién llegados se integraron en la sociedad, conservando a veces su vida nómada.
Agüero y Jiménez recuerdan acontecimientos especialmente dolorosos de la historia de los romaníes en Europa. En Rumanía, el estado, la Iglesia y los nobles terratenientes los esclavizaron durante quinientos años, hasta el siglo XIX, y los cerca de 250 000 que por entonces fueron liberados no recibieron ninguna compensación. Muchos de ellos emigraron de nuevo y algunos llegaron a España, donde se ganaron la vida como caldereros. La deportación a las colonias fue practicada en el Reino Unido y también en Portugal, aquí como un castigo específico para los gitanos vigente desde el siglo XVI con crueles normas que rompían las familias.
En España el episodio más cruel ocurrió la noche del 31 de julio de 1749, cuando entre diez y doce mil gitanos de todas las edades fueron arrestados. Aquí también fueron separados, con reclusión de mujeres y niños en casas de misericordia y envío de los varones mayores de siete años a los arsenales. Todos y todas fueron sometidos a trabajos forzados durante dieciséis años y se desconoce el número de víctimas que se produjeron. El genocidio gitano a manos de los nazis en el siglo XX, conocido como Samudaripén, no ha sido estudiado con suficiente detalle, pero suele considerarse que costó la vida a más de un millón de romaníes de toda Europa.
La difícil situación actual
Otra aportación del libro es la discusión que se realiza sobre la situación actual de los gitanos españoles. Un primer aspecto a destacar es que se desconocen rasgos demográficos esenciales sobre ellos, más allá de unos pocos estudios muy limitados en espacio y tiempo, lo que refleja falta de voluntad política de enfrentar unos problemas a la vista de todos, como las altas tasas de fracaso escolar de los niños y niñas gitanos o la discriminación en numerosos aspectos de la vida social. El matrimonio gitano, por ejemplo, no es legal en España, lo que genera dificultades a la hora de solicitar pensiones, derechos de filiación o transmisión de herencias.
El problema sin embargo no es exclusivo de España. El informe de 2023 de la Agencia Europea de Derechos y Libertades reconoce que el 80 % de los romaníes vive en riesgo de pobreza, y el número asciende en España al 98 %. Paro, privación de vivienda digna y autoconciencia de ser discriminados son lugares comunes en toda Europa, y en las mujeres gitanas se contabiliza una esperanza de vida once años menor que la de la población general femenina.
Los gitanos y el anarquismo
El libro sintetiza lo más característico de la cultura gitana tal y como es realmente, lejos de los clichés impuestos. En una heterogeneidad marcada por la diversidad geográfica y de sensibilidades religiosas o formas de ganarse el sustento, se observan siempre, según Agüero y Jiménez, tres rasgos distintivos de este pueblo, que son la biofilia, amor a la naturaleza y sus seres, perpetua fuente de vitalidad y optimismo, la noviolencia, que hace que ante cualquier conflicto surgido dentro de la comunidad se articulen mediaciones inmediatamente para impedir una escalada, y por último, una serie de tabúes y códigos de comportamiento que rigen todos los momentos de la vida, evitando el contacto con lo que se considera contaminante. Además de esto, los romaníes destacan por ser un pueblo reacio a someterse a los estados y sus estructuras y con amplias y sólidas familias en las que imperan la solidaridad y el apoyo mutuo. No se trata de una sociedad jerarquizada, aunque existan roles de edad y de género.
Habida cuenta de estas características, tildar a los gitanos de anarquistas se ha convertido a veces en un lugar común, pero de ninguna manera puede decirse que se haya dado o se dé una adhesión generalizada de estas gentes a la Idea libertaria. Lo que sí es cierto es que no es difícil encontrar casos de romaníes que aportaron su esfuerzo a la lucha emancipadora del movimiento ácrata y a recordar a seis de ellos y ellas se dedican las páginas finales del libro. Son sólo unos pocos nombres entresacados de un registro que está por construir.
Soledad Casilda Hernáez Vargas fue una activa militante en Donosti de la CNT y luego de Mujeres Libres, y se exilió tras la guerra civil en Francia, donde participó en la resistencia antifascista y residió hasta su fallecimiento.
Casto Moreno Vargas, jornalero y educador por vocación, practicó la acción directa en el campo andaluz en los años 30, sobrevivió a su fusilamiento tras el golpe fascista y se unió luego al ejército republicano como camillero y sanitario. Capturado en Málaga, sufrió campos de concentración y cárceles y anduvo escondido largos años. Sólo con la llegada de la democracia volvió a usar su nombre verdadero.
De Catalina Junquera y Valencia se sabe sólo que fue una adolescente detenida en Sevilla tras los sucesos de octubre de 1934 por hallársele una pistola. No se sabe su filiación política concreta, pero las notas periodísticas de su juicio, en el que le cayeron cuatro meses de cárcel, la muestran como una mujer resuelta, enfrentada con ingenio a los poderes represivos del estado.
María de la Salud Paz Lozano Hernández, militante de Solidaridad Internacional Antifascista, ingresó en diciembre de 1939 en la prisión de Ventas (Madrid) con su hijo de pocos meses. Ella fue fusilada en enero, tres días después de que su bebé muriera de bronconeumonía.
Helios Gómez Rodríguez desarrolló una importante labor, reconocida internacionalmente, como pintor y cartelista, y la hizo compatible con un compromiso libertario que lo llevó por ejemplo adirigir el diario de la Columna Durruti. En 1939 se exilió en Francia, pero regresó enseguida a España para unirse a la lucha contra la dictadura. Esto le costó detenciones y encarcelamientos, en los que escribió poesía y pintó entre otras cosas su Capilla Gitana, en un oratorio de la Modelo barcelonesa.
Mariano Rodríguez Vázquez representa el caso especial de un calé que llegó a ocupar el cargo de secretario general de la CNT. Nacido en un barrio obrero de Barcelona, fue a la cárcel muy joven por cometer pequeños hurtos y allí conoció a anarquistas que le transmitieron su ideario, con lo que en los años siguientes pasó también largas temporadas entre rejas. Elegido presidente del Sindicato de la Construcción en 1933, desde entonces no dejó de tener altas responsabilidades en la CNT y durante la guerra civil, como secretario general impulsó la participación de los ácratas en los gobiernos catalán y estatal.
Una labor imprescindible
Algunas peculiaridades culturales del pueblo gitano han servido en España para construir para él una máscara de tipismo folclórico que esconde un rostro a la vez sugestivo y preocupante. Es por ello que libros como éste de Silvia Agüero y Nicolás Jiménez resultan indispensables. La larga y fascinante historia de este pueblo, nunca aceptado y obligado a replegarse sobre sí mismo, muestra demasiados episodios de persecución e incluso exterminio, y conduce a un presente en el que la marginalidad impuesta y la privación de derechos continúan. ¿Anarquismo gitano? nos acerca a los detalles de todo ello, y pone de manifiesto la necesidad de políticas para revertir la situación.
La conexión que se analiza en el libro entre el pueblo gitano y el movimiento anarquista permite constatar en el primero atavismos de solidaridad y noviolencia que marcan una posible convergencia con el segundo, y la prueba de ello son las seis biografías que se presentan de calés y calís que contribuyeron al desarrollo de la Idea libertaria.