Primera versión en Rebelión el24 de octubre de 2017
El siglo XIX alumbró dos proyectos para la emancipación de la clase trabajadora que tuvieron posibilidad de cristalizar en la centuria siguiente. Sin embargo, mientras en esta son frecuentes las experiencias que proclaman su fidelidad a la estrategia propuesta por Karl Marx, las que se reivindican herederas de la tradición libertaria son mucho más escasas. Entre ellas, ocupa un lugar destacado la revuelta de Ucrania, liderada por Néstor Majnó, que fue relatada por algunos de sus protagonistas, como Piotr Arshínov o Vsévolod Eichenbaum “Volin”. La obra que reseñamos, editada por Descontrol en 2014 constituye un esfuerzo por ofrecer en castellano una recopilación de escritos del hombre de acción que fue Néstor Majnó. Se trata de artículos publicados entre 1925 y 1932, muchos de los cuales pueden leerse en la web nestormakhno.info.
Como nos recuerda la breve biografía en catalán que abre el libro, Néstor Majnó viene al mundo en 1889 en la pequeña ciudad de Guliaipole (Ucrania oriental) en una familia de campesinos pobres. Huérfano de padre muy pronto, trabaja de pastor para sostener a los suyos y, a partir de los doce años, de peón en las fincas de colonos alemanes de la zona. Participa en la revolución de 1905 y se adhiere al movimiento libertario, para el que realiza peligrosas misiones. En 1908 es detenido e internado en la Butyrka moscovita, donde conoce a Piotr Arshínov, que le instruye en las ideas anarquistas. Cuando la insurrección de febrero de 1917 lo deja en libertad, regresa a su tierra, organiza el soviet de su aldea natal y se convierte a partir de entonces en el líder indiscutible en el combate por el autogobierno de obreros y campesinos, logrando importantes victorias contra los blancos, aliado a veces con los bolcheviques y otras perseguido por ellos. Herido gravemente en 1921, es trasladado al extranjero y tras un azaroso peregrinaje termina en París, donde sigue luchando por el ideal libertario hasta su fallecimiento en 1934.
En el texto más extenso recogido en el libro “El abecedario del anarquista revolucionario” (1932), Majnó defiende con coraje el proyecto de una sociedad sin opresión, e insiste en que la clave para alcanzarla es la superación de la psicología servil que encadena al hombre. Se trata de comprender que estamos ante una lucha que compete a todos para organizarnos fraternalmente y destruir el andamiaje de explotación que es hoy la vida, pero sin caer en el error de sustituirlo por un sistema como el soviético, que niega la libertad. Otro artículo es un alegato contra las acusaciones de persecución de judíos por parte del movimiento que lideró, vertidas en publicaciones próximas a los bolcheviques. Se incluye también una carta a los anarquistas españoles, a los que en 1931 estimula a una acción decidida para fortalecer la organización de las masas y llevarlas a la revolución: “¡Golpead mientras el hierro está caliente!”
Varios fragmentos insisten en su frustración ante la Rusia soviética, donde no encuentra una hegemonía de obreros y campesinos, sino una estructura estatal apenas diferente de otras, y en la que se ha renunciado a la idea de igualdad, con los bolcheviques como nueva clase burguesa. En este sentido, le resulta especialmente dolorosa la subordinación del mundo rural al poder centralizado. Hay también un recuerdo emocionado para la insurrección de Kronstadt en su quinto aniversario, y reflexiones sobre la disciplina revolucionaria, trabazón fraternal imprescindible en la batalla entablada. La obra concluye con dos cartas a Malatesta de 1929 y 1930, en las que Majnó asume la defensa de una responsabilidad colectiva en el movimiento anarquista, que debe dotarse según él de estructuras estables y tácticas unificadas, más allá de los grupos de propaganda que predominaban en aquel momento.
El ejército de campesinos, obreros e intelectuales que Néstor Majnó fue capaz de organizar en Ucrania obtuvo algunos de los mayores éxitos de su historia para el ideal anarquista de una sociedad sin explotación. Sus tácticas y la brillantez estratégica de su líder consolidaron un control sobre amplias regiones con grandes núcleos urbanos donde se puso de manifiesto lo que es posible construir desde una perspectiva que considera al hombre libre y dueño de su destino. Blancos y rojos frustraron las esperanzas de que aquello fructificara, pero las palabras del protagonista principal de aquel combate siguen aportando hoy a la foto en sepia de las primitivas ametralladoras en carros de caballos de la guerra civil rusa, un grito de coraje y un mensaje ineludible de organización y lucha sin cuartel por la liberación del ser humano.