Primera versión en Rebelión el 26 de febrero de 2019
La suya era una voz demasiado peligrosa y poco les costó silenciarla. Nada se ha vuelto a saber de él tras su secuestro el 29 de octubre de 1965 en París, cuando preparaba la Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina, la denominada Tricontinental, que se celebró en La Habana el año siguiente. En ese momento, Mehdi Ben Barka era uno de los más destacados entre los que buscaban una vía de solidaridad y movilización por sus derechos de los oprimidos del mundo, supervivientes del holocausto colonial condenados a subsistir en la feroz desigualdad creada y mantenida por las políticas neocoloniales. Su desaparición fue un infame crimen de estado en el que participaron los servicios secretos franceses y el gobierno marroquí, pero aun hoy día el Estado francés se niega a dar acceso a los expedientes que detallan la identidad de todos los culpables.
Con una introducción de su hijo Bashir, el libro (Wanáfrica ediciones, trad. de Roser Vales) nos acerca a la vida y el pensamiento y recoge una selección de escritos de Mehdi Ben Barka, un hombre nacido en Rabat en 1920 en una familia humilde, que se implicó desde muy joven en la lucha por la independencia de su país. Aunque ésta llegó al fin en 1956, él estaba entre los que vieron claro que en ese momento la explotación colonial sólo cambiaba de forma para continuar a través de la dependencia económica respecto de la metrópoli. Así, descontento con la política del Istiqlal en el que había militado hasta entonces, funda en 1959 la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP), que emprende la lucha por dotar a Marruecos de una constitución democrática como primer paso en una senda de movilización para implementar políticas sociales que elevaran el nivel de vida de la población. Por supuesto, esto no es bien visto desde el poder y en 1963 se ve obligado a exiliarse definitivamente.
Ben Barka llega a la conclusión de que la mejor estrategia para la lucha planteada debe basarse en la solidaridad entre los que en diferentes rincones del planeta afrontan retos muy similares, y así pronto comienza a colaborar con diversas organizaciones que trabajan en este sentido. En 1965 es nombrado presidente del comité preparatorio internacional para la conferencia de la Tricontinental, y su capacidad de análisis y sus buenas relaciones con dirigentes revolucionarios de todo el mundo saben ir allanando las dificultades para que ésta al fin quede fijada para celebrarse en enero de 1966 en La Habana con unos objetivos claros: apoyo a las luchas en curso (Vietnam, Palestina, Congo), acciones contra el apartheid y otras discriminaciones, y movilización contra la explotación neocolonial e imperialista y sus agresiones armadas. Su secuestro y asesinato fue la respuesta del poder ante este reto.
Entre los textos recogidos encontramos discursos, conferencias y artículos fechados entre 1957 y 1965 sobre temas diversos. Hay proyectos educativos para el joven país, en el ámbito universitario o el de las comunas rurales que proponía crear, y también análisis de las relaciones franco-magrebíes, apostando por una auténtica emancipación respecto al neocolonialismo europeo y una asociación de las naciones del Magreb, que debía alcanzar el terreno político; en este sentido, la independencia de Argelia se planteaba como un objetivo prioritario. En un contexto aún más amplio, contempla con optimismo la organización de las masas populares del tercer mundo y su lucha por el desarrollo y la justicia en la estela de la conferencia de Bandung de 1955, aunque los retos tácticos y estratégicos son enormes y la resistencia está a la vista, como pone de manifiesto el asesinato de Patrice Lumumba en 1961. El peligro es siempre que tras la independencia nominal, las elites locales acaparen el poder en beneficio de una relación neocolonial.
Los dos documentos finales que se incluyen tienen especial interés. El primero es un informe elaborado por Ben Barka para la secretaría general dela UNFP en 1962, y que él decidió hacer público en 1965 tras la sangrienta represión en marzo de ese año, que se saldó con centenares de muertes, de la explosión de ira popular ante la deriva autoritaria del régimen. El texto analiza la situación en Marruecos, que él considera revolucionaria, pues la explotación colonial pervive a través de las estructuras feudales y las leyes del mercado capitalista. Esto hace necesaria una movilización para implantar una auténtica democracia que desarrolle armoniosamente la economía del país, con la reforma agraria como elemento fundamental. El segundo documento es el vibrante llamamiento a los pueblos del mundo para participar en la Tricontinental y unir sus fuerzas “en la batalla decisiva contra el imperialismo, el colonialismo y el neocolonialismo”.
Resulta vergonzoso el complot de silencio establecido en torno a la desaparición de Mehdi Ben Barka, que obstaculiza los intentos de su familia y abogados de desenmascarar a todos los responsables de aquel crimen. Sin embargo, perpetuando la infamia, lo que consiguen en realidad sus ejecutores, es crear un símbolo vivo que alienta en el corazón de los oprimidos. Como señaló Jean Ziegler: “En los tres continentes, hay hombres y mujeres solidarios que retomarán la lucha por la emancipación de los pueblos. Las visiones, el ejemplo y la lucidez de Mehdi Ben Barka y el recuerdo de su sacrificio serán como una luz que alumbrará el camino de los insurgentes.”