Primera versión en Rebelión el 17 de julio de 2024
La victoria de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de 2018 supuso la incorporación del Brasil a la ya amplia lista de territorios con gobiernos de derecha radical, autoritaria y xenófoba. Algo trascendental ocurre en un país cuando los que habían apoyado políticamente a partidos de corte tradicional, caen bajo el embeleso de un movimiento basado en polarización extrema, anticomunismo visceral, negacionismo y discursos de odio. Desentrañar las causas y los probables efectos de estos procesos sociales emergentes es sin duda una de las labores fundamentales del momento.
El filósofo brasileño Rodrigo Nunes ha investigado esta cuestión en diversos artículos que aparecen ahora reunidos en Bolsonarismo y extrema derecha global, volumen recién editado por Tinta Limón (trad. de Florencia Carrizo). El leitmotiv de estos trabajos es una perspectiva según la cual lo que estamos contemplando en Brasil, pero también a nivel global, es una desquiciada respuesta a la exacerbación de desigualdades impuesta por el neoliberalismo, la “gramática de la desintegración” expresada en el subtítulo del libro. De esta manera, el bolsonarismo se percibe inmune a los reveses que coyunturalmente pueda sufrir en las urnas, pues se alimenta de la propia dinámica del capital en su fase terminal.
Qué es el bolsonarismo
Nacido en 1955 en un pequeño municipio del estado de São Paulo, Jair Bolsonaro hizo carrera en el ejército hasta 1988, cuando pasó a la reserva con el grado de capitán y comenzó su labor política en partidos de derechas. En este desempeño, con el tiempo pudo verse que nadie le hacía sombra a la hora combatir derechos feministas o LGTBI, defender con violencia la sacrosanta propiedad privada de los latifundistas o promover una deforestación salvaje de la Amazonia. Tras su acceso a la presidencia, su negacionismo durante la pandemia dejó también muchos titulares en la prensa mundial.
No obstante, más allá del perfil del personaje, Nunes achaca la mutación política en marcha a causas profundas en la sociedad brasileña. Los bolsonaristas irreductibles son menos de una sexta parte de la población adulta, pero sin necesidad de una organización desempeñan un enorme peso político por su permanente compromiso. ¿Dónde reside su fuerza? En la gestación del fenómeno es posible identificar tres elementos impulsores: “militarismo policial”, “antiintelectualismo evangélico” y “emprendedorismo monetarista”, que se desarrollan además con una mentalidad interclasista. Aunque el proceso captó primero a los sectores con más ingresos, los de menos fueron seducidos a medida que los beneficios sociales promovidos por los gobiernos de izquierda no pudieron mantenerse debido al deterioro de la situación económica. Fue el momento entonces de la demagogia.
Entre las clases altas sobre todo, otros factores clave a la hora de impulsar al excapitán a la presidencia fueron la prédica de ideas ultraliberales, generosamente financiada por el capital, el conservadurismo social, sustentado en la familia tradicional, y el anticomunismo, además de una hábil y desorbitada explotación de casos de corrupción de los gobiernos de izquierdas. Resulta curioso que neoliberalismo y neoconservadurismo no tengan problemas en ir de la mano en esta ocasión, lo que se explica por la moral que comparten de defensa del orden y la propiedad.
Un artículo recogido en el libro está dedicado a un episodio durante el mandato de Bolsonaro, cuando en 1920 el director de teatro Roberto Alvim, Secretario de Cultura en su gobierno, utilizó en un vídeo de promoción del arte brasileño un fragmento extraído de un discurso de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del III Reich, lo que provocó su cese inmediato. Para Nunes, lo que se pretendía con este vídeo era sólo provocar “la risa de los amigos y la ira de los adversarios”, pero si se consideran además las políticas que Alvim promovió desde el cargo, se concluye una profundización en un escenario global preocupante de “normalización” de las ideas extremistas.
Otro texto sirve para analizar la notable fidelidad a Bolsonaro de los votantes más ricos y los que se declaran empresarios. El examen de los estratos sociales implicados en el proceso muestra que un nicho importante para la nueva ideología se encuentra en una peculiar clase media baja, frustrada en sus expectativas de movilidad social por la crisis económica y muy sensible a la oferta que se les hace de convertirse en “emprendedores” y lograr al fin el éxito. Se observa así que las masas disciplinadas del fascismo histórico dejan paso hoy a enjambres de resueltos empresarios en ciernes, perseguidores de un nicho de mercado. El éxito no es fácil, pero el camino hacia él es único.
Espectros de la pandemia
El negacionismo de Bolsonaro durante la pandemia tuvo un costo político en los primeros meses, pero a partir de cierto momento la situación creada se materializó en un incremento de su popularidad, que llegó a alcanzar el 30 %. Ciertamente, la capacidad de las masas para analizar sus problemas es muy deficiente y la manipulación a la que son sometidas conduce a resultados pintorescos. Nunes examina algunos de los mecanismos que parecen haber operado en este caso y otros similares, y observa una utilización de los sentimientos antisistema que existen en las masas, por medio de bulos y fake news hábilmente orquestadas. Sorprende cómo gobiernos sedicentemente democráticos no tienen reparos en funcionar con escasa legitimidad, apelando a la “complejidad técnica” de los problemas y a la urgencia motivada por las crisis, lo que constituye la famosa “doctrina del shock” de Naomi Klein.
La trayectoria del neoliberalismo muestra una profundización de las desigualdades y una anulación de la población como sujeto político capaz de decidir sobre su destino. En este contexto, las fuerzas de extrema derecha gobernantes basan su éxito en un desplazamiento de la rebeldía legítima contra tal estado de cosas hacia enemigos imaginarios como inmigrantes, feministas o potencias extranjeras. El aparato ideológico y mediático de que los poderes económicos disponen sirve perfectamente a este fin, y la inoperancia de una falsa izquierda, claudicante ante el capital, se usa para demostrar que no existe ninguna alternativa política.
Un mundo polarizado
La irrupción de una nueva derecha más radical y desquiciada es un fenómeno mundial y llega a Brasil en 2013 de la mano de las tecnologías de comunicación y el boom de las redes sociales, que privilegian a los que no tienen ningún pudor en mentir. La guerra cultural ha estallado y la desigualdad galopante aviva el resentimiento de unos blancos pauperizados que se sienten desfavorecidos ante la conquista de derechos por parte de las minorías. El Partido de los Trabajadores en el poder por entonces fue incapaz de acometer reformas estructurales de calado y vio su imagen asociada a la de unas élites cada vez más odiadas, con lo que dejó el camino expedito a una extrema derecha hábilmente presentada a sí misma como “antisistema”.
En Bolsonarismo y extrema derecha global, Rodrigo Nunes nos sitúa ante un escenario aparentemente sin alternativas, marcado por una economía implacable que aumenta las desigualdades y una política dominada de forma creciente por fuerzas de extrema derecha que enfrentan el desastre predicando culto a la propiedad y retórica individualista. La izquierda, incapaz de ofrecer soluciones reales, es una especie en peligro de extinción, y ello nos obliga a plantearnos si al igual que fue posible la metamorfosis de la derecha, no habría de serlo también otra de la izquierda, capaz de rescatar valores de racionalidad y humanismo solidario y enfilarlos contra la dinámica obscena del capital.