Primera versión en Rebelión el 18 de julio de 2023
En la década de 1930 el cine era un arte joven que buscaba su propio lenguaje al tiempo que se enriquecía con técnicas como el sonoro y el color. España no era ajena a este desarrollo, pero los avatares de la historia iban a ser decisivos en el rumbo que tomaría. El proceso revolucionario que se desencadenó en Cataluña en el verano de 1936 resultó crucial en este sentido cuando la CNT, y concretamente su Sindicato Único de Espectáculos Públicos (SUEP), se hizo cargo de la incipiente industria cinematográfica de la región. De esta forma, muy pronto comenzaron a producirse películas con fines propagandísticos, pero que en muchos casos rebosaban este cometido para ofrecer un testimonio valiosísimo, pleno de talentosas innovaciones, sobre la vida en aquellos meses.
Pau Martínez Muñoz, historiadora de las artes audiovisuales, presenta en Cinema al frente, que acaba de ser publicado por la Fundación Anselmo Lorenzo, una panorámica completa sobre aquel experimento único de cinematografía colectivizada, del que se conserva aproximadamente la mitad de lo filmado, un cómputo global de cuarenta y cuatro películas.
Bosquejo histórico
Los primeros capítulos de Cinema al frente nos acercan a la cinematografía española de los años 30, marcada por un desarrollo a remolque de lo que se hacía en el extranjero y lastrado por las costosas inversiones obligadas por la transición al sonoro. Los estudios que surgen en esta época en Barcelona, Madrid y Valencia, proporcionaban un porcentaje, si bien exiguo, de lo que llegaba a las salas de proyección. El advenimiento de la II República fue decisivo para que, además de films comerciales, se elaboraran documentales con los ideales pedagógicos y sociales del nuevo régimen. Las Hurdes, tierra sin pan, de Luis Buñuel, es quizás el más emblemático de estos trabajos. En el libro se repasan las producciones más destacadas de aquel tiempo, así como las publicaciones y revistas sobre cine.
El movimiento libertario contemplaba con interés las posibilidades que ofrecía el nuevo arte y en 1932, el escritor Mateo Santos creó la Agrupación Cinematográfica Española (ACE), con el fin de aprovechar las enseñanzas del sistema cooperativista impulsado por los sindicatos parisinos que había servido para producir varios films en la década de 1910, uno de ellos dedicado a la Comuna de 1871. En estos años, las actividades cinematográficas de los ateneos y los artículos de la prensa libertaria revelan un interés de amplio espectro tanto por obras norteamericanas, como europeas y soviéticas.
El estallido de la Guerra Civil supuso en Cataluña que la CNT tomó el control de los estudios y las salas de proyección de la región, mientras el número de afiliados al SUEP-CNT crecía notablemente. Una asamblea general del sindicato el 6 de agosto decidió reestructurar todo el esquema organizativo de los espectáculos. Para ello se elaboró un reglamento en el que resulta curioso, por ejemplo, que los empresarios pasaban a ser considerados “un trabajador más en la plantilla del local, sin autoridad sobre el personal.” Además, se introducían mejoras laborales y se establecía la igualdad de salario entre hombres y mujeres y también entre los diferentes oficios. Espectáculos inmorales o degradantes para los libertarios, como los toros, el boxeo o las apuestas en canódromos y frontones, siguieron funcionando de momento, para no perjudicar a los que vivían de ellos.
Con el nuevo sistema colectivista, se generaban unas ganancias que pronto se vio que podían ser destinadas a proyectos cinematográficos. De esta forma, en octubre de 1936 se creó el Comité de Producción (CP) y los dos estudios existentes en Barcelona, Orphea y Trilla-La Riva pasaron a elaborar films bajo el control de la CNT con los nombres de Estudios Nº 1 (cien trabajadores) y Nº 2 (cincuenta trabajadores). Una Oficina Literaria se encargaba de la selección de los argumentos originales, que llegaban de convocatorias abiertas y el CP elegía el director y formaba los equipos de rodaje.
El declive de los anarcosindicalistas tras los Hechos de mayo se reflejó en un intento por parte de la Generalitat de sustituir el modelo de colectivización auspiciado por ellos por otro centralizado. Así en agosto de 1937 se constituyó un nuevo CP que realizó profundos cambios, canceló proyectos en marcha y reorientó los reportajes de carácter revolucionario a otros en defensa de la legalidad republicana. A lo largo de 1938 el proceso culminó con la intervención estatal de toda la industria cinematográfica.
Imágenes de la Barcelona revolucionaria
Varios capítulos del libro están dedicados a las obras con las que desde el momento de la sublevación, los libertarios trataron de sacar partido al nuevo y poderoso arte para concienciar sobre la lucha entablada contra el fascismo y por la revolución social.
Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona, de Mateo Santos, filmada entre el 20 y el 24 de julio de 1936, muestra el entusiasmo popular tras la victoria del pueblo en las calles y la salida de las primeras columnas para el frente, sin ocultar la quema de iglesias y exhibiendo un espíritu revolucionario, de ruptura con el pasado. Barcelona trabaja para el frente, del mismo director y rodada ese verano, retrata el perfecto funcionamiento de las fábricas autogestionadas y el Mercado de Abastos de la ciudad, gestionado por la CNT. Son impactantes las escenas del Hotel Ritz tomado por los trabajadores, que dan una idea de la quiebra de la burguesía.
Los sucesos de estos días en la capital catalana están recogidos también en Ruinas y sangre de España, otro reportaje de 1936. El último minuto, del mismo año, película de la que sólo se conserva un fragmento, describe la vida miserable del obrero antes de la guerra y culmina con un llamamiento a la audiencia de preservar el orden y la disciplina en la retaguardia, en línea con lo que se demandaba desde Solidaridad Obrera. Otros documentales de 1936 producidos en Barcelona combaten lacras como el alcoholismo o la prostitución. ¡Nosotros somos así!, de 1937, resalta la importancia de la educación en la construcción del nuevo mundo que defienden los libertarios.
Las fases posteriores de la guerra aparecen en documentales dedicados a los bombardeos de los facciosos sobre las capitales catalanas. Es el caso de ¡Criminales!, bombardeo de Barcelona, de 1937, con ruinas y cadáveres, pero también con un desfile de voluntarios italianos que acuden a ayudar a la república. Alas negras. Bombardeos sobre la retaguardia de Aragón y Cataluña, del mismo año, insiste en los desastres provocados por los facciosos.
El empresario de origen lituano Louis Frank realizó dos películas sobre España con la colaboración de la CNT. Fury over Spain, de 1937, incluye elementos de la historia del país y una síntesis de los acontecimientos de los primeros meses de la guerra. Amanecer sobre España, de 1938, es un proyecto más ambicioso que reúne escenas de films anteriores en un collage de extraordinario poder emotivo.
El frente de Aragón
Este frente fue un objetivo recurrente de los libertarios. Los aguiluchos de la FAI por tierras de Aragón integra una serie de cuatro películas que narran el avance de la columna Durruti hacia Zaragoza, mezclando periodismo informativo con propaganda y dramatización de hechos reales. Hay episodios de combate y se describe la toma de Siétamo, así como la batalla de Farlete, localidad defendida por milicias anarcosindicalistas que rechazaron con éxito una ofensiva facciosa. Los planos finales presentan el Ebro como frontera entre dos mundos contrapuestos: “El de los trabajadores y el de la taifa burguesa y militarista.”
Se conservan otras películas de 1936: Bajo el signo libertario es un documental dramatizado sobre la nueva organización social que se establece en los pueblos de Aragón, con algunos flashbacks de lo acaecido en Barcelona tras la sublevación. De esta forma, se demuestra que los incontrolados de la gran urbe han sido capaces de promover entre los campesinos una sociedad más justa y solidaria. Aragón trabaja y lucha insiste en estos motivos, resaltando los logros de las colectivizaciones y las actividades de los milicianos en el frente, e incluye un plano en el que aparece Durruti. Películas que se conservan incompletas del mismo año son: Milicias en el frente de Aragón y Milicias antifascistas en Aragón, que describen la vida en las trincheras, ensalzando la trascendencia del combate por la libertad que se estaba librando en tierras aragonesas.
Existen varias películas de 1937 sobre la lucha al norte del Ebro. El cerco de Huesca muestra las posiciones de las milicias ácratas que asediaban la ciudad y algunas escenas de guerra. La conquista del Carrascal de Chimillas es una crónica de las tres ofensivas que culminaron con la conquista de esta localidad por unos libertarios de los que se enfatiza su buena organización y competencia militar. Este mismo aspecto se destaca en División heroica, también sobre el frente de Huesca al igual que El ejército de la victoria, un episodio casa Ambrosio, ya de 1938.
Al frente del sur del Ebro están dedicados tres reportajes de 1937: La Columna de hierro hacia Teruel contiene algunos comentarios irónicos sobre la inquietud que despertaba la militarización entre los libertarios. La toma de Teruel, por su parte, concluye con un sorprendente: “¡Viva la República! ¡Viva la libertad!”, que refleja un notable cambio en la visión sobre el significado de la guerra. Teruel ha caído filma una concentración a finales de ese año en Barcelona para respaldar el asedio a la ciudad aragonesa, con intervenciones de dirigentes ácratas y republicanos. Tres fechas gloriosas, de 1938, conmemora episodios del año anterior favorables para las filas republicanas y es el documental más contundente en su apoyo al ejército republicano realizado por los anarquistas.
La batalla por Madrid y la muerte de Durruti
Madrid, tumba del fascio es una serie de cinco documentales de 1936 y 1937, auspiciados por el SUEP, que describen el feroz acoso aéreo sobre una capital que resiste heroicamente y la vida en las trincheras. En estas películas se observa también una evolución hacia una identificación de los libertarios con la causa republicana. Ayuda a Madrid, de 1936, muestra la materialización de un convoy que viaja desde Barcelona para abastecer a la población. Solidaridad del pueblo hacia las víctimas del fascismo, del mismo año, expone la vida en Valencia, ya capital, y concluye con llamamientos a la solidaridad con Madrid por parte de Juan García Oliver y otros dirigentes.
El entierro de Durruti comienza con un breve resumen de la biografía del líder anarquista, fallecido en noviembre de 1936 en Madrid, y presenta después la impresionante manifestación de duelo que se produjo en Barcelona con motivo de su funeral. Al cabo de un año, Veinte de noviembre está dedicado a una reunión de compañeros de militancia en el cementerio de Montjuïc para homenajear al leonés, y recoge los parlamentos de varios dirigentes ácratas.
Y también cine de ficción
Entre los films producidos por los libertarios hay cuatro de 1937 que se caracterizan por una mayor componente de ficción. La silla vacía contrapone la vida en la retaguardia y en el frente para estimular el reclutamiento, combinando las andanzas de un voluntario anónimo y apariciones de dirigentes libertarios como Antonio Ortiz y Joaquín Ascaso. El frente y la retaguardia insiste en esta temática mezclando elementos documentales y escenas dramatizadas. Las otras dos películas son enteramente de ficción: En la brecha describe la actividad industrial en la retaguardia, resaltando las ventajas de la nueva forma de producción autogestionada. Por su parte, Y tú ¿Qué haces? Tiene de protagonista a un trabajador que marcha voluntario al frente y vuelve luego de permiso. Su ejemplo y sus buenas razones son un aldabonazo para su cuñado, que decide acompañarle cuando se reincorpora.
Se han conservado dos largometrajes de ficción producidos en Barcelona, que muestran el interés de los confederales por propiciar un cine de contenido social que pudiera llegar al gran público. Barrios bajos, de 1937 y con dirección de Pedro Puche, narra una historia de amores disputados, con el enfrentamiento entre un estibador de gran corazón y un cruel proxeneta, y resultó un éxito comercial. Aurora de esperanza, del mismo año y dirigida por Antonio Sau, fracasó sin embargo con su relato de las desventuras de un obrero en paro y sus esfuerzos para organizar una “Marcha del Hambre” que acaba coincidiendo con el inicio de una revolución.
En Madrid, los libertarios produjeron largometrajes como Nuestro culpable, dirigido por Alejandro Mignoni en 1937, una película de entretenimiento con una trama policiaca que invierte las convenciones sociales convirtiendo a un ladrón en héroe. Carne de fieras, de Armand Guerra, no fue montada hasta los años 90 y destaca por sus desprejuiciados personajes femeninos.
El archivo cinematográfico de la Revolución española
Cinema al frente ofrece un inventario completo de las películas con las que los libertarios trataron de sacar partido a las posibilidades del nuevo arte para exponer los acontecimientos y defender los logros de la revolución que estaban protagonizando. El amplio panorama incluye desde documentales hasta obras de ficción, pasando por todo tipo de mezclas de ambos géneros, y brinda en conjunto una visión privilegiada sobre la vida en la España republicana durante la guerra civil, con valiosas imágenes de aspectos como los bombardeos fascistas o las colectividades de Aragón, entre muchos otros. La deriva histórica del proceso y los cambios de estrategia que se produjeron en el campo anarquista están también perfectamente reflejados en estos films.
Pau Martínez aporta una descripción metódica y exhaustiva de las técnicas cinematográficas que se usaron en cada caso, rastreando las influencias de los diversos estilos vigentes en aquel momento. La obra, ampliamente ilustrada con escenas de las películas, trae además listados cronológicos de la producción en Barcelona y en Madrid, una bibliografía y una selección de carteles a todo color. No falta en ella tampoco la información que ha sido posible obtener sobre los numerosos films de los que se tiene constancia de su realización pero lamentablemente no han llegado hasta nosotros.
La buena noticia que dejamos para el final es que aparte de que muchas de estas películas están disponibles en la web, la serie completa de ellas, en nueve DVD, fue publicada en 2014 con el título: CNT 1936-1939. Archivo cinematográfico de la Revolución española, incluyendo además presentaciones por parte de historiadores libertarios. El valor de este material es inapreciable, porque visionar estas películas nos sumerge de lleno en uno de los procesos revolucionarios más pujantes y sugestivos del siglo XX.