Primera versión en Rebelión el 16 de agosto de 2024
“Este libro se publica mientras Gaza, donde vivo, está siendo aniquilada.” Haidar Eid era profesor de literatura inglesa en la Universidad Al Aqsa de Gaza, la única pública de las nueve que existían en el enclave palestino. Muchos de sus colegas y alumnos han sido asesinados desde que comenzó la operación genocida del Estado sionista, pero él consiguió sobrevivir con su familia y ahora se encuentra en Sudáfrica. Acaba de aparecer en castellano (trad. de Lu Barcenilla), editado por Verso, Descolonizando la mente palestina, un libro en el que Eid nos describe sus experiencias y reflexiones ante lo que está ocurriendo en su país. La obra viene con un epílogo de Vijay Prashad.
A la destrucción y muerte impuestas por Israel se añade la certeza dolorosa de que los gobiernos e instituciones internacionales no son capaces de enfrentarse a los genocidas y detener sus crímenes. Es por ello que la movilización masiva de la sociedad civil en todo el mundo contra el régimen responsable de la catástrofe es la alternativa más prometedora. A la creación de esta conciencia va destinado el libro.
Repasando la historia
El proyecto racista del Estado de Israel se consolida en 1948 gracias a la limpieza étnica de la Nakba y en la nueva nación se imponen condiciones de apartheid, mientras la ocupación no deja de avanzar desde entonces, con un impulso notable en 1967. En esta historia de colonización continua e implacable, los Acuerdos de Oslo de 1993 tuvieron un significado especial para Eid, pues supusieron a su juicio una penosa claudicación, al reconocer los negociadores palestinos al Estado racista de Israel y aceptar una “solución de dos Estados” que niega el derecho al retorno de los refugiados. Contra esta falsa solución, la única opción auténticamente democrática, según el autor de la obra, es la constitución de un solo Estado laico, desde el río hasta el mar.
Haidar Eid ha trabajado mucho tiempo en Sudáfrica y tiene la ciudadanía del país. Su buen conocimiento del régimen de apartheid que allí existió le sirve para establecer una cuidadosa comparación con el que existe actualmente en Israel, y las semejanzas son impactantes. Queda claro también tras este análisis, que las graves violaciones de derechos humanos que se producen hoy en esta tierra no se atajarían con la creación de un Estado palestino, un bantustán que serviría sólo para oficializar una situación radicalmente injusta. La lucha contra la ocupación debe redefinirse como una lucha anticolonial que se plantee como objetivo la reunificación de los tres elementos del pueblo palestino, los residentes en Gaza y Cisjordania, los refugiados y los ciudadanos palestinos de Israel. Ésta es la descolonización a la que se alude en el título del libro, única solución del problema.
El empeño puede parecer utópico, pero hay que decir que importantes pasos en esta dirección se dieron ya en la Conferencia Mundial de Durban en 2001 y con la puesta en marcha del movimiento BDS en 2005. Por otro lado, son cada vez más los historiadores y politólogos, como se recoge en la obra, que se declaran abiertamente a favor de un único Estado laico como solución viable y justa para el conflicto de Palestina.
Edward Said como pionero de estas ideas
Las voces críticas ante la deriva de los dirigentes de la OLP en los años 90 surgieron ya por entonces, y un buen ejemplo es el del intelectual palestino Edward Said (1935-2003), autor de obras enormemente influyentes, como Orientalismo (1978), en la que desenmascara los prejuicios eurocéntricos que lastran la visión de Occidente sobre el mundo musulmán. En artículos publicados en 1993, 1998 y 2001,Said se manifestó muy crítico con los Acuerdos de Oslo y el proyecto de una solución de dos Estados y propuso como alternativa un único Estado democrático y laico. Su opinión contrastaba con el optimismo dominante en el campo palestino en aquella época, pero la evolución de los acontecimientos ha venido a darle la razón.
La triste realidad es que los líderes que apostaron por la coexistencia con el régimen sionista y firmaron los Acuerdos comprobaron dolorosamente en poco tiempo que éstos sólo servían para legitimar el apartheid y que la vía asumida de progresar por medio de negociaciones fracasaba continuamente por el boicot israelí. Mientras tanto los asentamientos ilegales no dejaban de crecer y con ellos el problema de los refugiados. El “reino de ilusiones” que Said veía en los Acuerdos ha confirmado sus peores expectativas y para colmo de males ahora una facción de los palestinos se siente vinculada a una vía de actuación que no permite ningún avance.
Encarando el futuro
Haidar Eid aborda en el libro también la cuestión de la representación palestina. Lo que él denomina el “virus de Oslo” contaminó a las élites dirigentes de Cisjordania y Gaza, haciéndolas asumir una colaboración con la potencia ocupante que sin embargo no fue comprendida ni aceptada por las capas populares. De esta forma, en las elecciones de 2006 los votos fueron mayoritariamente para Hamás (derecha religiosa), no por afinidad ideológica con este grupo en muchos casos, sino porque era el único que no suscribía el desastroso colaboracionismo que se estaba imponiendo entre los dirigentes.
Este resultado electoral desencadenó la ruptura entre las dos facciones palestinas. Fatah tomó control de Cisjordania y Hamás se atrincheró en Gaza, que comenzó a ser sometida por Israel a un feroz bloqueo, un auténtico “holocausto en ciernes” según Naciones Unidas. El gobierno de la franja es definido por Eid como un “modelo en miniatura de un Estado islámico”, y ha compatibilizado un cortejo a Israel abriéndose a una solución de dos Estados según las fronteras de 1967, con la imposición de estrictas leyes religiosas y un monopolio del concepto de “resistencia”, que excluye a los que no comparten su ideología.
De todas formas, para el autor del libro, la situación terrible que se vive en los territorios ocupados es difícil plantear que pueda enderezarse sólo con votaciones. Los palestinos han sido expulsados de su tierra a lo largo de un dilatado proceso que comienza en 1948 y todos los supervivientes del desastre y sus descendientes, dispersos por medio mundo, están llamados a ser los protagonistas de cualquier solución que se pretenda encontrar para el enorme problema creado por la potencia colonial. Para ello necesitan el apoyo y la solidaridad de todos.
La obra concluye con un repaso a las alternativas políticas que existen en el campo palestino, y hay que decir que el panorama es descorazonador, con mentalidades cegadas a derecha e izquierda por la perspectiva de los dos Estados. En estas condiciones, Haidar Eid propone como estrategia la “no participación” en un sistema político que no ofrece soluciones, al tiempo que se concentran los esfuerzos en un activismo no violento contra la ocupación y en el apoyo al movimiento BDS, auténtica bala de plata capaz de aniquilar al monstruo. Cuando se mira desde fuera, tampoco es tan raro ver resucitar aquí las estrategias de “acción directa” clásicas de las luchas obreras, contra la inoperancia y las trampas de la representación política.
El entusiasmo que acompaña muchas veces los avances en el reconocimiento del Estado palestino y que hemos vivido hace poco en España, no debería hacernos olvidar los graves problemas que afronta esta vía, expuestos con claridad y erudición en este libro. Más allá de los senderos por los que el imperio americano y el sionismo nos han obligado a transitar, Haidar Eid nos demuestra en Descolonizando la mente palestina que es necesaria una alternativa auténticamente democrática en la región, encarnada en un único Estado laico, desde el río hasta el mar. Esta solución no es fácil, pero sí perfectamente posible, a través de la concienciación y movilización en todos los rincones del mundo en torno a un ambicioso programa de Boicot, Desinversión y Sanciones contra un Estado racista y genocida.