Primera versión en Rebelión el 30 de mayo de 2012
Reseñaba en un artículo reciente las memorias de Mika Etchebéhère (1902-1992), publicadas en castellano por Alikornio en 2003. Es este un libro que como vimos permite conocer en detalle la peripecia vital de su autora durante los primeros meses de la guerra civil y contiene además un valioso relato de primera mano sobre algunas operaciones de la contienda y la vida en las trincheras y en el Madrid sitiado. Los interesados en conocer más detalles sobre un personaje tan extraordinario podían acudir hasta este momento a la nota biográfica incluida en esta edición, o a la página que la web de la fundación Andreu Nin le dedica, donde se presentan varios artículos sobre ella.
Hay que decir sin embargo que la historia de Mika no ha despertado aún el interés que merece y sin duda influye en ello el hecho de que con su filiación poumista se la pueda encuadrar entre los perdedores de los perdedores de nuestra guerra civil. Una novela recién aparecida, basada en su vida y debida a la argentina Elsa Osorio, La capitana (Siruela, 2012), conjuga en sabias dosis literatura y rigor histórico, y va a servir sin duda para aumentar el interés por una mujer notable que fue protagonista de algunos de los acontecimientos cruciales del siglo XX.
En el postfacio de La capitana, su autora nos aclara algunos aspectos sobre la gestación de la obra. Es una historia que arranca en el otoño de 1986 cuando Elsa Osorio tiene noticia de “aquella argentina que mandó tropas en la guerra civil española”. Atraída por el personaje, investiga sobre él y en los años siguientes le dedica un par de artículos. Con el tiempo va acumulando información, y un hito importante en este sentido fue tener acceso a los escritos inéditos, cartas y documentos de Mika e Hipólito Etchebéhère, que eran guardados por el poeta y militante trotskista Guy Prévan, amigo de Mika desde los años 60; hoy día estos documentos se encuentran en una biblioteca especializada de la ciudad de Buenos Aires. Es interesante también el relato de Elsa Osorio sobre cómo en 1990 trata en vano de ponerse en contacto con Mika, que por aquellas fechas vivía ya en una residencia para personas mayores.
La capitana nos ofrece, a través de capítulos en los que el narrador va cambiando, una aproximación novelesca a la vida de Mika e Hipólito Etchebéhère. Mikaela Feldman, que tomaría después el apellido de su marido, nace en 1902 en una familia procedente de judíos rusos emigrados a Argentina a finales del siglo XIX. Tras su nacimiento, la familia se establece en Rosario y allí Mika comienza una militancia anarquista que cuando viaja a Buenos Aires para estudiar odontología la acerca al grupo de Insurrexit, la revista que Hipólito organizaba en esos momentos. Este había nacido en 1900 en una familia burguesa de origen francés, y tras vivir los pogromos de la Semana Trágica bonaerense de 1919, había abandonado el hogar materno y los estudios de ingeniería para comprometerse en cuerpo y alma con la revolución. En 1920 Mika e Hipo se conocen y la chispa salta entre ellos en seguida. En 1922 se van a vivir juntos.
Del grupo constituido en torno a Insurrexit, Mika e Hipólito pasan pronto a militar en el Partido Comunista Argentino, aunque en 1925 ya han sido expulsados tras su primer choque con el autoritarismo estalinista. En 1926, con otros compañeros, forman un partido de tendencia trotskista, pero ese mismo año la tuberculosis de Hipo les obliga a viajar a Patagonia. Allí trabajan como dentistas y reúnen información sobre las masacres de obreros en las huelgas de 1920 y 1921, con vistas a escribir un libro sobre todo ello. A finales de 1930, Hipo está casi recuperado, pero ambos son conscientes de que la historia del mundo está a punto de decidirse en Europa. Tras mucha resistencia por parte de Mika, se ponen en camino. En 1931 llegan en el vapor Massilia al puerto de Vigo.
Establecidos en un París que les seduce en todos los sentidos, a finales de 1932, sin embargo, la crítica situación en Alemania les hace viajar a Berlín. Allí se encuentran cuando Hitler es nombrado canciller en enero del 33. Las impresiones de Mika e Hipo sobre estos hechos son claras. La izquierda hubiera podido resistir, pero desunida y obedeciendo a unos líderes que fallaron se hundió en el mayor de los desastres. Ese mismo año vuelven a París. En 1935 Hipo debe ser internado para tratar la tuberculosis que se le ha agravado. En 1936, con Hipo recién salido del hospital viajan a España.
La capitana nos describe en detalle el periplo de Mika durante la guerra civil a partir de los datos de sus memorias, e incorpora también sucesos posteriores a lo narrado en estas, como su detención en abril de 1937 por agentes estalinistas y su posterior liberación en octubre por los buenos y contundentes oficios de Cipriano Mera. En Madrid permanece hasta el final de una guerra que era suya hasta que se la arrebataron. Y tal vez sea esta la razón de que renunciara a hablar de esta triste etapa en sus memorias. Durante la II guerra mundial, Mika reside en Buenos Aires, pero en 1946 regresa a París, donde fallecería en 1992, sin abandonar nunca su activismo.
Probablemente solo una mujer podría escribir un libro como La capitana. La amorosa recolección de datos durante casi veinticinco años consigue algo más que una plétora de documentación. Elsa Osorio ha conseguido ser en esta novela Mika Etchebéhère y vivir con ella su romance desde la agitación juvenil bonaerense a la guerra civil española. Solo así ha podido regalarnos las tiernas escenas de amor que son de lo mejor del libro; idilio prolongado hasta que el fascismo lo rompe como rompió tantas cosas. Elsa Osorio consigue también que sean los ojos de Mika los que observan para nosotros las grandes conmociones de la historia.
El siglo XX, que en tan triste situación nos ha dejado, fue pródigo en desastres. Hay personajes cuya biografía parece empeñada en recorrer sus momentos más decisivos, y Mika Feldman, que conoció las luchas obreras en la Argentina de principio de siglo y fue testigo de acontecimientos como la llegada de Hitler al poder, la guerra civil española o el mayo del 68, es sin duda uno de ellos. Conocer su trayectoria vital es acercarse a un ser humano extraordinario, pero es también de alguna forma entender mejor la historia de ese siglo turbulento que nos ha dejado donde estamos.