Primera versión en Rebelión el 1 de agosto de 2023
La búsqueda de alternativas viables al capitalismo resulta una labor tan inminente como dificultosa, pero la resistencia está viva y basta un pequeño esfuerzo de observación para constatar cómo por doquier nacen proyectos basados en la autoorganización y la propiedad comunal. A fin de compartir sus afanes, algunos implicados en intentos de este tipo se reunieron en octubre de 2021 en el País Vasco en un I Congreso Internacional sobre Democracia Comunal en el que participaron 350 personas y se presentaron 30 experiencias locales.
Paralelamente a la organización de este congreso, se constituyó la Red Internacional para la Democracia Internacional, a través de la cual activistas de ocho países tejieron una trama de solidaridad e intercambio de experiencias. El economista José Iglesias Fernández (1931), que participó en todos estos procesos, publicó en 2021 La riqueza del común. Lo municipal y lo comunal como modelo alternativo al capitalismo, en el que propone un concepto, la que denomina Brújula/Matriz comunal, como herramienta para la evaluación de las estrategias que se plantean contra el sistema.
El libro de Iglesias que reseñamos aquí, Lecturas sobre Municipalismo Comunal (Zambra y Baladre, 2022), viene con una introducción de Saúl Curto y Juliana Hernández y reúne cinco textos destinados a enriquecer el debate con vistas al II Congreso Internacional sobre Democracia Comunal, a celebrar en Chile en octubre de ese año. En el primero de estos escritos, se reflexiona sobre la propiedad privada, piedra angular y básica del estado burgués que no se funda, sin embargo, en ninguna ley o derecho natural y resulta ser el origen calamitoso de innumerables injusticias para la humanidad. Establecido el modo de funcionamiento del capitalismo, fácilmente se comprueba el rol crucial en él de la propiedad privada, y también que la alternativa que algunos ofrecen a ésta, la propiedad estatal, mantiene la esencia del sistema y es incapaz de superarlo. De esta forma, solamente la propiedad comunal, basada en bienes que nadie en particular puede poseer al ser de todos, es una opción válida a la explotación y el ecocidio. Para poner esto en práctica, se constata que el ámbito más cercano, el municipio, es al mismo tiempo el más idóneo para materializar las nuevas formas de propiedad. Como objetivo último, se trataría de rediseñar la estructura social desde abajo.
Profundizando en esto, en el segundo texto, Iglesias desarrolla sus ideas sobre soberanía municipal, proponiendo una evolución desde la situación actual de municipalismo de mercado, dominada por el sector privado, a otra en la que éste se reconvierta en público y pase a estar controlado por el poder municipal, fase de transición hacia una meta final perfectamente comunalizada. En un apéndice a este texto, Iglesias critica la deriva “funcionarial”, al servicio del sistema, de partidos y sindicatos en nuestra piel de toro y la renuncia vergonzosa a la necesaria confrontación con el capitalismo. Plantea además un conjunto de medidas sociales urgentes, como servicios básicos gratuitos, renta universal, expansión del sector público, etc., que serían sufragadas por impuestos a los más ricos. Esta estrategia no obstante, habida cuenta de la irreformabilidad del sistema, tienen el peligro de crear falsas expectativas y dilapidar esfuerzos, con lo que siempre me parecerá preferible concentrarse en la construcción de estructuras alternativas, en la línea de lo que se hace a lo largo del libro.
En otro texto Iglesias opone a la democracia representativa que se practica bajo el capitalismo, en realidad dominio de unos pocos propietarios a través de su emporio ideológico, una autarkèia o autonomía, con gestión horizontal y solidaria. Esto no es una utopía, pues las comunidades igualitarias han existido a lo largo de toda la historia de la humanidad, y sus principios han sido analizados por multitud de filósofos. La autarkèia es la autosuficiencia de Epicuro, basada en el hecho de que “todo lo que la naturaleza reclama es fácil de obtener y difícil lo que representa un capricho”. En relación a la lucha planteada para abolir el sistema, Iglesias es partidario de construir ámbitos de autonomía frente a éste, pero no desdeña actuar desde dentro de las instituciones a nivel municipal, con la premisa de que “No se trata de tomar el poder, ni de dispersarlo, sino de disolverlo, diluirlo.” Respecto a las comunidades autónomas o estatales, su opinión, sin duda bien fundada, es que éstas tienen la capacidad de fagocitar a los sujetos sociales en cuanto se acercan a ellas.
Otro texto contiene una crítica de los argumentos de Garrett Hardin en La tragedia de los comunes (2005), donde se trata de hacer patente el fracaso de la propiedad colectiva. Contra esta visión pesimista, Iglesias apunta la existencia desde la antigüedad hasta el presente de innumerables casos de gestión comunal exitosa, y muestra cómo es la insaciable sed de beneficios del capital la culpable de los mayores desmanes ecológicos. El análisis de la Comuna de París de 1871 que se realiza después pone de manifiesto que con su toma colectiva de decisiones y al utilizar las opciones transformadoras que permitían los ayuntamientos y orientar los recursos económicos y humanos hacia un nuevo orden social basado en la solidaridad, se satisfacían los criterios que la Brújula/Matriz comunal define para un proceso auténticamente emancipador de abolición del sistema explotador.
Para que las alternativas al capitalismo sean lo menos utópicas posible, es necesario un arsenal teórico que provea de instrumentos con que lidiar con las situaciones concretas. En este sentido, desde los pioneros trabajos de Murray Bookchin y las experiencias que auspiciaron, ha quedado claro que las formas de organización y economía autogestionadas a nivel municipal aportan una vía extraordinariamente prometedora. Lecturas sobre Municipalismo Comunal de José Iglesias Fernández demuestra la vigencia de esta estrategia y ofrece reflexiones y argumentos valiosos para avanzar en la lucha contra el monstruo a la escala local, la más practicable. Como leitmotiv de estos intentos, hay que resaltar que sólo la actuación coherente guiada por una conciencia solidaria ha de ser la piedra de toque que ponga a prueba las teorizaciones, porque como señaló certeramente la escritora Úrsula K. Le Guin: “No podéis hacer la Revolución. Sólo podéis ser la Revolución”.