Primera versión en Rebelión el 28 de julio de 2010
Que un escritor pudiera ser considerado por el régimen nazi como su enemigo público número uno, y en virtud exclusivamente de su producción literaria, es un mérito realmente difícil de igualar. Lion Feuchtwanger, judío muniqués nacido en 1884, se hizo acreedor a él fundamentalmente con una novela, Los hermanos Oppermann, de la que existe una versión española disponible (Alianza Editorial, 2005, traducción de Carlos Fortea). El relato se centra en cuatro hermanos de una familia judía con caracteres muy opuestos, pero ligados por una vieja empresa de fabricación y venta de muebles.
Berlín, 16 de noviembre de 1932. Quedan poco más de dos meses para que Hitler sea nombrado canciller. Gustav Oppermann celebra su cincuenta cumpleaños. Diletante y adinerado, colabora en la dirección de la empresa familiar y trabaja en una biografía de Lessing. Es un día feliz para él, tiempo de recordar y pasar revista a su vida. Martin Oppermann es el cerebro y el corazón de la compañía y ese mismo día hace esperar en su oficina a Heinrich Wels, bien relacionado con el movimiento popular (nombre de los nazis en el libro) y propietario de una empresa del mismo ramo con la que podrían asociarse para atajar dificultades futuras. Es un error que pagará caro. Los otros hermanos son Edgar, un famoso médico, y Klara, casada con Jacques Lavendel, un acaudalado judío oriental con ciudadanía estadounidense.
El libro nos describe la vida de estos personajes, característicos de la alta burguesía, y se extiende a otros que acaban componiendo un fresco vivo y completo de los judíos alemanes que contemplaban con estupor el ascenso de los populares. Al principio no se adivina la magnitud del desastre que se avecina, pero en pocos meses asistimos a terribles experiencias personales, al desmantelamiento de la empresa y a la huida al extranjero de los hermanos. Al final de la obra, Gustav, concienciado de la necesidad de reunir testimonios sobre las brutalidades de los nazis, regresa a Alemania con documentación falsa y muere del maltrato sufrido cuando es detenido.
La novela fue publicada en el mismo año de 1933 cuyos hechos recoge, e incorpora vivencias del propio Feuchtwanger, a quien la subida al poder de Hitler sorprendió durante una gira de conferencias por Estados Unidos y le impidió regresar a Alemania. Así por ejemplo, el saqueo y destrucción de la biblioteca de Gustav que se describen en la obra se basan en lo ocurrido en su domicilio berlinés. Traducido rápidamente a una gran cantidad de idiomas, el libro se convirtió en un poderoso alegato contra el régimen de Hitler, y su autor, desde su exilio, fue uno de los propagandistas más activos en este sentido. En el verano de 1934 se habían vendido ya más de un cuarto de millón de copias de las diversas ediciones internacionales de la novela. Con la invasión nazi de Francia, Feuchtwanger buscó refugio en Estados Unidos, donde falleció en 1958.
Los hermanos Oppermann es ciertamente una obra extraordinaria en la que la calidad literaria vibra de experiencia y testimonio vital, y nos ofrece una crónica cotidiana y detallada del ascenso de los nazis, del desencadenamiento de su violencia y al mismo tiempo de los especiosos razonamientos de los cómodos, atrincherados en sus esquemas de la historia, que no querían ver lo inevitable. Personajes perfectamente cuerdos y razonables se resistían a considerar el peligro existente, y vemos como, al igual que en nuestros días, ante un inventario de atrocidades siempre es posible una perspectiva comprensiva que las trata de poner en su contexto y concluye que están justificadas como daño colateral compensado por efectos positivos. Relato de ficción con valor de crónica, la novela es una denuncia de la ceguera y sumisión de las clases populares y de la responsabilidad de los intelectuales en el desastre. Lion Feuchtwanger es un novelista de una enorme solidez, capaz de movilizar ante nosotros los diversos estratos de una sociedad, para que veamos y comprendamos.
Ante el incendio del Reichstag dice el jurista Arthur Mühlheim, uno de los protagonistas: “Desde luego que el incendio es inmensamente burdo y necio. Pero todo lo que han hecho es burdo y necio, y aun así hasta ahora nunca han errado el tiro. Han especulado con una lógica espantosa con la estupidez de las masas.” Los hermanos Oppermann, testimonio cruel de una época, es un libro que fue un hito y un arma de lucha, y hoy sigue regalándonos una lectura imprescindible para entender la historia.