Primera versión en Literaturas.com el 20 de diciembre de 2013
Corre el año 1948. Jorge Amado, escritor brasileño y militante comunista, es arrojado al exilio por la dictadura que ha ilegalizado su partido. Detrás queda una historia de cárceles, represiones y otros exilios en Argentina y Uruguay, y también su elección en 1945 como miembro de la Asamblea Nacional Constituyente por el Partido Comunista Brasileño (PCB) y varios años de trabajo legislativo en el parlamento. Jorge Amado es autor ya en ese momento de una obra novelística rica de valor literario y compromiso con sus compatriotas más desfavorecidos, con títulos como Cacao (1933), Jubiabá (1935) o Capitanes de arena (1937). En 1950 se instala en Chequia y en poco tiempo el Partido Comunista le encarga una obra centrada en la historia reciente de Brasil y que se adapte a los principios del realismo socialista. El texto, escrito entre 1952 y 1953, y en su mayor parte en el palacio de Dobris, sede de la unión de escritores checoslovacos, ve la luz en 1954 y lleva por título Los subterráneos de la libertad. Es una trilogía cuyos volúmenes comparten personajes e hilos narrativos enmarcados en los comienzos del Estado Novo, el régimen fascista de Getulio Vargas en Brasil, entre 1937 y 1940. Los subterráneos de la libertad a los que hace alusión el título de la trilogía son ese espacio secreto y precioso en que germina la idea emancipadora y comienza su expansión. En el primer volumen se nos explica esto a través de la imagen de los dos hombres que atienden una vieja imprenta del Partido en São Paulo. Son estos, el viejo Orestes un anciano de pelo blanco de origen italiano y anarquista, y un joven, casi un adolescente, Jofre Ramos, marinero condenado por una revuelta e impresor. Los dos unidos en su trabajo ejemplifican mejor que nada esos subterráneos de la libertad en lucha por abrir la conciencia dormida del pueblo.
Fiel de forma extrema a los principios del realismo socialista, la obra disecciona la sociedad brasileña con una mentalidad maniquea. De un lado están los explotadores en los que todo está podrido y que se mueven sólo por intereses primarios: sexo, lujo, comida, poder… Por otra parte están los estalinistas que resultan, por el contrario, paradigmas de altruismo y desinterés tallados en granito. En ellos todo es noble y hermoso. Es característico también que otras tendencias izquierdistas, como la socialdemocracia o el trotskismo, sean presentadas siempre como ridículas y alejadas de la realidad, o como simple cristalización de intereses espurios. Jorge Amado había recibido en 1951 el premio Stalin de la paz y ese mismo año publicó también O mundo da paz, con impresiones de viajes por distintas repúblicas socialistas y donde hay páginas de encendidos elogios a Stalin, presentado como el mayor genio de la historia humana: “aquilo que de melhor a humanidade produziu”.
Hay que decir que Los subterráneos de la libertad fue concebida como un proyecto más amplio que seguiría tras las tres novelas citadas. No obstante, tras su regreso a Brasil en 1952, y sobre todo tras el XX congreso del PCUS (1956) en el que Nikita Jruschov inicia una demoledora crítica del estalinismo, Jorge Amado comprende bien en qué lío se ha metido. Su obra narrativa da un espectacular giro entonces y en 1958 aparece ya Gabriela, clavo y canela, una de sus mejores novelas, genial de sensualidad, psicología, prosa, humor y estructura narrativa, y completamente alejada de cualquier compromiso político. O mundo da paz no será nunca reeditado ni traducido, aunque no así Los subterráneos de la libertad, de los que por ejemplo la versión española aparece en 1980 (Editorial Bruguera, traducción de Basilio Losada). Son libros, sin embargo, descatalogados hace tiempo, por lo que al final de este artículo tras tratar de sintetizar las características principales de la obra, se presenta también una sinopsis de las novelas que integran la trilogía.
¿Realismo socialista?
Si algo se puede decir contra aquel modelo de arte llamado relismo socialista, que se predicó a nivel mundial y el gran inquisidor Andréi Zhdánov impuso a sangre y fuego en la URSS, es que tiene poco de realismo y menos de socialista. Tiene poco de realismo porque con esa consigna que enarbola de fundir los caracteres proletarios en un molde heroico veta cualquier intento de mostrar en su variada realidad la psicología de las clases explotadas. Y tiene menos de socialista porque con su acrítica fidelidad al modelo “socialista” de la URSS se aleja necesariamente de cualquier intento emancipador humanista y antiautoritario. Estamos pues ante un arte con unas hormas tan ceñidas y rígidas que milagro será que no lo estrangulen.
El caso de Los subterráneos de la libertad es paradigmático en este sentido. Jorge Amado que siempre fue un genio en la pintura de matices y semitonos, se ve obligado aquí a usar una brocha, y a brochazos ha de pintar la abnegación de los militantes obreros y la alegría que los posee en las circunstancias más adversas. Cada poco es preciso recordar al lector que esta alegría es debida a la certidumbre de estar embarcados en una nave insumergible que pilota con pulso firme desde el Kremlin el camarada Stalin, el hombre más sabio y abnegado que han conocido los tiempos. A brochazos ha de describir las disidencias que surgen en el seno de esa izquierda demasiado humana que lucha contra la explotación, y no es concebible de ese modo que los motivos que mueven a trotskistas o socialdemócratas sean otros que una crasa ignorancia o intereses venales. A brochazos, por fin, debe dibujar una burguesía en la que el lector sólo acierta a ver caretas de los instintos más básicos y brutales.
Los dos mundos enfrentados tienen algo en común. Están habitados por seres humanos. Amor, sexo, amistad, música, literatura, pintura, cine… se desarrollarán sin duda en uno y en otro. Es notable cómo para cualquiera de estos elementos encontramos siempre una polarización en los dos mundos entre visiones antitéticas. Lo que hallamos en el proletariado que milita en el partido es siempre noble y desinteresado, pura solidaridad humana en su estado más puro. No es exactamente un espíritu de secta porque su deseo es hacerse extensivo a todos los seres humanos. Lo que impera en el otro lado es la imagen invertida de esto. El egoísmo y la codicia lo invaden todo. Este es el método que predicaban los maestros del realismo socialista y con él pretendían educar a las masas en los valores del comunismo. Las masas se durmieron de puro aburrimiento y cuando despertaron el capitalismo estaba ahí otra vez, insaciable y destructor como siempre. Volveremos sobre esto.
Los superhombres
Si la clase obrera concienciada y encuadrada en el partido es siempre un dechado de virtudes, capítulo aparte merecen sus dirigentes. Hay que señalar para empezar que hay algo misterioso en su propia esencia y existencia. ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Por qué están ahí? Para los que estamos convencidos de esa idea tan vieja de que la liberación de los explotados será obra de ellos mismos o no será, estas preguntas son ciertamente cruciales. En ningún sitio hay nada que apunte hacia la idea de que estos líderes surgen de la inquietud y los afanes de la propia masa proletaria. Cualquier idea de democracia obrera parece vedada o simplemente no existe. Todo parece desarrollarse exactamente al revés. Seres providenciales son enviados desde arriba, todos sabemos ya desde dónde, para redimir al proletariado de su triste condición.
Y estos seres son ciertamente especiales. En ellos los caracteres positivos que en ocasiones alumbran la especie humana y el realismo socialista muestra que se concentran en sectores muy concretos del proletariado, brillan hasta extremos inconcebibles. No es sólo la inteligencia clara, la voluntad imperiosa, la infinita capacidad de trabajo, lo más sorprendente en ellos es que destacan también en aspectos que podrían parecernos muy ajenos a su existencia: ciencia, filosofía, técnica, arte. Ellos dan lecciones de arquitectura a Marcos de Sousa, y de arte a quien se les ponga por delante. En una escena al final de Luz en el túnel, Vitor le da a Marcos un consejo que es casi es una orden (acaba de entrar en el partido por entonces): si quiere ayudar a Manuela a desarrollar sus ideas de un ballet nacional brasileiro, lo que tiene que hacer es “leerse de cabo a rabo a Lenin y Stalin”.
Los personajes
Ciertamente, Jorge Amado no deja de ser Jorge Amado porque le cuenten una milonga y se la crea. En muchos personajes del libro se pueden reconocer rasgos que no desmerecen en el autor que dio vida al sirio Nacib y la mulata Gabriela. Personajes femeninos sobre todo: Manuela con su belleza casi como una maldición y una vocación a cuestas que al fin consigue desarrollar al tiempo que crece en ella la conciencia política. Marieta, enferma de hastío y de dinero, viajando como una muñeca de los brazos de Paulo a los del gringo Teodor Grant, cuando su amo y señor le aprieta las clavijas. O la comendadora de Torre, viejo estafermo que ejemplifica mejor que nada el alma podrida del capitalismo. Su avidez increpa a los políticos y llena de sangre obrera las calles y todo para que unas sobrinas casi inexistentes hereden sus millones, y con ellas el estirado Paulo y Lucas, el escalador.
Este último rompe una constante de las novelas: los de abajo y los de arriba no se mezclan. Lucas Puccini es el único que consigue colarse en la nave de los privilegios. Y el relato de su ascenso está escrito a conciencia desde la magistral escena inicial en el parque de atracciones que lo encarrila todo en el libro. Es allí donde Paulo conoce a Manuela y se enamora de ella, y donde Lucas se encuentra con su viejo conocido Eusebio Lima, que le abre las puertas del ministerio de Trabajo. Desde allí su inteligencia y su codicia no hacen más que trabajar para hacerlo en los momentos finales casi un igual de Costa Vale.
El otro personaje que engarza los dos mundos del libro es Marcos de Sousa. Y puede ser también su reverso, pues si Lucas asciende en la pirámide social ávido de riqueza y poder, Marcos de Sousa desciende hasta sus mismas mazmorras como pago por desarrollar un compromiso ético con los que no tienen nada más que el trabajo con el que los explotan. O deberíamos decir más bien que Lucas desciende y es Marcos en realidad el que asciende. Lo terrible entonces es que esperando en el vértice de la pirámide está nada menos que el montañés del Kremlin. Marcos es el único personaje que habita los dos mundos del libro y su elección, o más bien toda una cadena de decisiones casi heroicas que toma: ir al entierro del obrero asesinado, dirigir Perspectivas, negarse a trabajar para Costa Vale en sus proyectos de la selva, ingresar en el Partido… van definiendo a todo lo largo de las novelas una opción ética que lo transforma y le da la paz consigo mismo.
En el campo revolucionario, el retrato más notable es sin duda el del gigante Gonçalão. En él, el alejamiento de los centros de decisión, unido al marco geográfico y las circunstancias que se ve obligado a enfrentar, y a una fortaleza de carácter y recursos que ya están reflejadas en su propio aspecto físico, acaban trazando una figura épica perfectamente lograda en la que se percibe nítidamente la dimensión humanista y liberadora del mensaje revolucionario.
Personas reales tras los personajes de la trilogía
Tal vez la identificación más sencilla de todas las que propone el libro es la de Marcos de Sousa con Oscar Niemeyer, pero muchas otras se han comentado. Cicero d’Almeida está basado en el historiador marxista Caio Prado Jr., y Hermes Rosende en el sociólogo Gilberto Freyre. Por su parte, el histriónico, cínico y mantecoso Shopel está en deuda con un notable poeta modernista de la época, Augusto Frederico Schmidt. En el otro campo, también se han señalado inspiraciones. Vitor sería así Diogenes de Arruda; Apolinário Rodrigues, Apolônio de Carvalho, héroe de la intentona comunista de 1935; Carlos, Carlos Marighella y Gonçalão, Jose Martins. También hay conexiones en los lugares: en la región de Rio Salgado en Mato Grosso se ha querido ver la de Rio Doce en Minas Gerais.
Una de las relaciones más transparentes, pero también la más oscura, es la de Abelardo Saquila con el periodista Hermínio Sacchetta (1909-1982), que protestó del retrato que de él se hacía en un artículo de 1954: Jorge Amado e as porões da decência. El texto de éste puede consultarse libremente en la biblioteca virtual del Arquivo Marxista na Internet. A diferencia de Amado, Sacchetta mantuvo su activismo en partidos de izquierdas hasta el final de sus días, y en 1969, en momentos críticos de lucha contra la dictadura, su coraje fue decisivo para la divulgación de un manifiesto de su enemigo irreconciliable en las novelas, Carlos Marighella. Es esclarecedora la lectura del capítulo correspondiente a estos hechos en Combate nas Trevas – A Esquerda Brasileira: das Ilusões Perdidas à Luta Armada (1987) del historiador brasileño Jacob Gorender.
El momento histórico
La época elegida para el desarrollo de la acción es especialmente compleja incluso en un marco como el del siglo XX. Entre 1937 y 1940 se extienden por todo el mundo conflictos como nubarrones precursores de la gran tormenta que se avecinaba. En muchos lugares, además, el fascismo atenazaba evidenciando el miedo de la burguesía ante un comunismo que no era tal pero por lo visto lo parecía. Muchos de estos conflictos se reflejan en la novela y como no podía ser de otra forma la presentación que se hace de ellos sigue la más pura ortodoxia estalinista. Uno de los momentos más delicados es sin duda aquel agosto de 1939 en que Viacheslav Mólotov y Joachim von Ribbentrop firman en Moscú un tratado en el que la URSS y el III Reich se aprestan a colaborar y se reparten amistosamente la Europa oriental. Estos hechos produjeron una conmoción en todos los que se alineaban hasta ese momento a favor de la URSS, y esto aparece reflejado en Luz en el túnel. No obstante, ver cómo Marcos de Sousa comulga aliviado y contrito con la pesada oblea tras su conversación con el Rubio (situación probablemente nada imaginaria) pone muy en cuestión que la especie biológica a la que pertenecemos merezca el nombre científico que ella misma se ha otorgado.
¿Por qué?
La historia es a veces como el conocido juego de la oca. No se sabe qué pasa y uno se encuentra de repente con que ha retrocedido un montón de años-casillas. Y volver a empezar… El momento actual nos da un buen ejemplo de esto cuando vemos llenarse las plazas de gentes bienintencionadas que tratan de buscar una solución para un capitalismo desbocado que amenaza destruirlo todo. La masa humana no tiene dónde ir, porque todo está podrido, y va a la plaza, a encontrarse consigo misma… Es necesario volver al principio. Tal vez habría que fundar otra vez la primera internacional y organizar la lucha obrera. El problema del siglo XX es que se hicieron muchas cosas y casi todas mal. Se me dirá que hubo otros siglos igual de sangrientos. Sí, pero el problema es que nunca se había asesinado y mentido tanto con los más nobles ideales por bandera, con el fin de liberar al ser humano de la explotación por otros seres humanos, nada menos. Es en el siglo XX cuando la mentira que todo lo posee, la mentira en la que nadamos como pez en el agua, infecta y contamina lo más sagrado, el refugio de los sueños más nobles. La trilogía Los subterráneos de la libertad es un documento precioso para ver cómo ocurrió esto.
1. Los ásperos tiempos
Los ásperos tiempos es el primer volumen de la trilogía y comienza a finales de octubre de 1937 cuando Getulio Vargas y los integralistas (fascistas brasileños) preparaban un golpe de estado. El diputado Artur Carneiro Macedo da Rocha, vástago de una de las más antiguas familias paulistas, vive días duros entre las solicitaciones comunistas para formar un frente anti-Vargas y el escándalo provocado en Bogotá por Paulo, su hijo, diplomático allí, que ha sido hábilmente explotado por la prensa enemiga. Rápidamente conocemos a personajes importantes, como José Costa Vale, un banquero que regresa de Europa lleno de admiración por Hitler; su mujer, Marieta, tan hermosa a sus cuarenta y tres años, íntima amiga de Artur (y nada más); o César Guilherme Shopel, el poeta mulato y obeso vendido al poder. En las altas esferas del dinero se espera el golpe fascista que meterá en vereda a los comunistas, como ha hecho Hitler en Alemania. Vemos como se suman adhesiones y se concretan planes.
Marieta y Artur fueron protagonistas, hace veinticinco años, de un idilio que marcó sus vidas. Artur fue el responsable de la ruptura, que le permitió casarse con la hija del gobernador del estado y comenzar una brillante carrera política. Ella sufrió lo indecible y al fin decidió hacer lo propio con Costa Vale, el banquero. Ahora está enamorada de Paulo, en el que ve a su padre hace un cuarto de siglo, mientras la comendadora de Torre, prostituta y tendera antaño, y hoy viuda y millonaria, lo quiere para una de sus sobrinas. Marieta sufre. En una conversación íntima entre Artur y Costa Vale salen a relucir las complejas conexiones internacionales. USA y Alemania son los poderes emergentes y apoyan el golpe, Costa Vale está con ellos y trata de convencer a Artur, algo más liberal, de que no se ponga en su camino.
Pronto conocemos a personas en el otro extremo del espectro social. Mariana de Azevedo es una joven obrera comunista que celebra su veintidós cumpleaños recordando a su padre, fallecido recientemente, que la introdujo en la lucha política. Mariana trabajaba en una fábrica de la comendadora, pero ha sido despedida. Un día se atrevió a rechazar el empleo de ama de llaves que la comendadora le ofrecía. Ahora dedica su vida al partido y trabaja en la consulta de Sabino, un médico simpatizante. Su contacto es pronto el mismo João que trataba en vano de atraer a Artur a su frente anti-Vargas, joven nervioso de gran talento. Un día conoce también al teniente Apolinário Rodrigues, héroe de la derrota de 1935, que parte para España a luchar con las brigadas internacionales.
El escenario cambia y se nos presenta a Paulo recién aterrizado en São Paulo. En un parque de atracciones conoce a Manuela Puccini, una joven de extraordinaria hermosura que lo visita con su familia: los abuelos, su hermano Lucas, la tía Ernestina y sus sobrinos. Paulo tiene una personalidad compleja y es un eterno diletante; vive desde niño en la sociedad más encumbrada y sólo teme la pobreza. Sus intenciones de momento son encontrar una amante inocente que dé emoción erótica a su vida y una mujer rica con la que matrimoniar. Ese mismo día y en el mismo parque, Lucas, el hermano de Manuela, se encuentra con Eusebio Lima, un viejo amigo que le ofrece un buen puesto en el ministerio de Trabajo.
El segundo capítulo arranca con el golpe de Getulio Vargas, que coge a Apolinário entrando en Uruguay. Prohíbe los partidos políticos y proclama una constitución basada en las de Mussolini y Salazar. El nuevo régimen se autodenomina “Estado Novo” y se define como una democracia autoritaria. Conversaciones de Artur nos muestran los entresijos del putsch, con complicados equilibrios entre los partidarios de Hitler (integralistas) y de los Estados Unidos (el propio Getulio). Costa Vale tiene planes ambiciosos: explotar la región de Rio Salgado, en Mato Grosso, un trozo de selva que esconde preciosos yacimientos de manganeso. En Europa ha sabido del interés de los alemanes en ella, pero también conoce el de los norteamericanos. El dilema es en quién apoyarse económicamente. Su talento le aconseja no apresurarse. Empezará con su propio dinero y el de amigos brasileños como la comendadora. Una campaña de prensa patriótica puede ser muy útil ahora tras el golpe. Esperar y ver..
Los escenarios se entrecruzan. Paulo corteja a Manuela mientras Lucas comienza una prometedora carrera en los sindicatos amarillos adictos a Getulio. Shopel y Paulo se divierten construyendo destinos. Ahora juegan con el de Manuela. Tal vez hagan de ella una bailarina famosa. Tienen poder para eso y más. Costa Vale propone a Shopel la dirección de su gran proyecto. El poeta sueña y duda. De noche, regresando a casa en coche, lee las pintadas de los comunistas contra el Estado Novo y le domina el miedo por esos luchadores misteriosos, capaces de desafiar al gobierno. Esta sensación se superpone en el relato con el coraje ilusionado de los comunistas que arriesgan su vida haciendo esas pintadas. Entre ellos está Mariana, que incumple con ello las órdenes que tiene de no arriesgarse en esas misiones peligrosas ahora que tiene un puesto de responsabilidad en el partido. Por la noche en la cama aguarda la regañina de João, al que se da cuenta de que está empezando a amar. En Montevideo, Apolinário se une a una concentración espontánea contra el golpe de Getulio tras enviar dos postales, una a su hermana y otra a Mariana.
Previamente a la visita de Getulio a São Paulo, la policía peina la ciudad y muchos comunistas son detenidos, entre ellos el viejo Orestes, amigo de Mariana. Cuando se lo llevan, Jofre Ramos, el nuevo encargado de la imprenta clandestina del partido, recién llegado a São Paulo y al que habían detenido mientras estaba refugiado en casa de unos camaradas, escapa a la carrera. João y Mariana deciden casarse tras una reunión en la casa de Marcos de Sousa, un arquitecto simpatizante y colaborador del partido. La escena es en el jardín, envueltos en un cálido perfume de jazmines en flor: “-No sé decir palabras bonitas. Pero sé que te amo, porque sueño contigo… Y completó ampliando la sonrisa: -Incluso despierto.” Durante la visita de Getulio, el partido tratará de sacar a la gente a la calle pidiendo la libertad de los detenidos.
En este momento conocemos a nuevos personajes como José Gonçalo, Gonçalão (Gonzalón), un revolucionario prófugo que ha buscado refugio en el valle del río Salgado, entre los indios a los que ayuda como médico, escribano y consejero para todo, mientras cultiva un pequeño campo de mandioca y maíz. Fue condenado a cuarenta años de prisión por liderar la rebelión de unos indios a los que habían arrebatado sus tierras. A comienzos de 1938, en un periódico atrasado que llega a la remota selva se entera de que la olvidada región donde vive va a estar pronto en el ojo del huracán.
Conocemos luego los cambios en la vida de Manuela, que prepara su debut como bailarina, bajo la protección de Shopel y Paulo, su novio a los ojos de todos, aunque a veces ella sufre porque nunca habla de matrimonio. Su hermano, Lucas Puccini, es un hombre ambicioso. Ha progresado con sus chanchullos en el ministerio y la familia se ha mudado ya a un barrio más elegante mientras la tía Ernestina gruñe agorera. Lucas quiere hacer dinero de verdad y la oportunidad se la ofrece su amigo Eusebio Lima. Entre los dos preparan un plan magnífico. Comprarán los excedentes de la cosecha de café a los latifundistas y luego se la venderán al gobierno que quiere regalársela a Franco. En las uñas puede quedarles un buen pico. En los salones de la buena sociedad paulista se discute qué hacer en la próxima visita de Getulio a la ciudad. Unos proponen el boicot, mientras otros irán a expresarle su adhesión.
El periodista Abelardo Saquila, miembro del partido, y Camaleão, el encargado de la imprenta, influido por él, ponen dificultades a Jofre Ramos que como decíamos viene a hacerse cargo de ella. El partido decide que Jofre y el viejo Orestes se instalen en la casa donde está la máquina, en el campo, y comiencen el trabajo aprovechándose de la partida de Camaleão, que ha abandonado el lugar. Saquila, contra la dirección del partido, apoya un golpe de los liberales “armandistas” (partidarios de Armando Sales), que tratan de echar a Getulio con la ayuda de sectores afines del ejército. Es una jugada sin sentido en la que se ofrece la colaboración al mismo tiempo a integralistas y comunistas.
Manuela baila ante Getulio en su visita a São Paulo y su éxito es clamoroso. Esa misma noche se entrega a Paulo, creyendo sinceramente en su palabra de matrimonio: “¿Por qué llorar si soy tan feliz?” Lucas realiza esos mismos días compras masivas de café y va hilvanando su gran negocio. Por otra parte, durante la visita, una manifestación pidiendo la libertad de los presos ante el palacio de los Campos Elíseos donde se alojaba el dictador es reprimida salvajemente con varios muertos. Poco después, el gran mitin organizado por el gobierno en el palacio de deportes es un sonoro fracaso. Un delicioso capítulo nos narra la boda de Mariana y João, dos luchadores de la causa obrera que deciden unir sus vidas. Es una ceremonia sencilla, ajena a cualquier ostentación burguesa o cualquier ritual vacío, compromiso puro de dos corazones que se buscan.
En una reunión ampliada del secretariado del Partido se evalúan positivamente las movilizaciones durante la visita de Getulio a São Paulo, se plantea un programa de agitación y lucha y se critica la actitud marginal de elementos como Saquila y su grupo (identificados como trotskistas). Saquila replica con una severa autocrítica. No es expulsado, pero se le aparta de la dirección. Se decide enviar a gente a Rio Salgado para contactar con Gonçalão y organizar allí la lucha
Detenido, Camaleão cuenta la ubicación de la imprenta y se ofrece a colaborar con la policía. En el final de la novela, Jofre y el viejo Orestes mueren en el tiroteo que provoca la policía para hacerse con la máquina, aunque consiguen destruirla y evitar así que pueda ser usada para imprimir material falso. En otro escenario, Carlos, comunista de São Paulo viaja a Rio Salgado trabando contacto con la miseria atroz del pueblo brasileño, cultivadores de café, braceros esclavos de las haciendas, huidos del mundo e indios en la selva devorados por la miseria y el paludismo. Con Gonçalão habla de las tareas que se hacen inminentes y la novela se cierra con un mensaje de esperanza que piensan que puede cristalizar si son capaces de transformar la masa humana que les rodea en revolucionarios conscientes.
2. Agonía de la noche
Arranca la segunda entrega de la trilogía en el puerto de Santos, cerca de São Paulo, donde pasean su amor el negro Doroteu y la negra Inacia, joven pareja de recién casados, ambos comunistas: él obrero, ella camarera en un gran hotel de la playa. Están exultantes porque acaban de saber que ella espera un negrito que si es niño se llamará Luis Carlos, como Prestes, el líder preso. En plena celebración improvisada les sorprende la arribada a puerto de un barco con bandera nazi en la popa. Viene a llevarse el café que Getulio regala a Franco, pero los estibadores de Santos tienen otros planes. En una reunión de su sindicato, tensa por la presencia de policías que tratan de boicotearla, se decide que los trabajadores del puerto no cargarán el barco alemán. La dirección queda autorizada para convocar una huelga si se impone alguna medida de castigo. Esto se hace efectivo cuando comienzan las detenciones de dirigentes del sindicato al negarse a trabajar varias cuadrillas convocadas.
Una caravana se dirige a Rio Salgado. Van en ella el poeta Shopel, Hermes Rosende, sociólogo e historiador, y multitud de ingenieros norteamericanos. El joven periodista Josino Ramos, simpatizante comunista, quisiera escribir sobre la miseria e incultura de los peones de las haciendas, pero deberá exaltar nada más la magna empresa patriótica. Es emocionante el relato de los primeros pasos de la conciencia comunista en la aldea de Tatuaçú, donde reina todopoderoso el coronel Venâncio Florival. Son Néstor y el mulato Claudionor los que comienzan la prédica y muchos saben que esas ideas extrañas y redentoras vienen del gigante que vive en la selva y se acerca sólo a veces a curar a los enfermos. Los ciegos componen canciones nuevas sobre un mundo donde la tierra es de todos. Néstor aprende a escribir a la luz humeante del quinqué, mientras el abuelo enfermo tose y rezonga de los peligros de ir contra “la ley de Dios”. Néstor replica que es mejor morir luchando que en la miseria. Al poco tiempo, la prensa recoge noticias de que la “caravana del progreso” ha sido hostigada desde la selva y ha tenido que regresar a marchas forzadas. La próxima irá defendida por soldados.
Mientras tanto, la huelga continúa en los muelles de Santos y el barco nazi sigue sin carga. Jorge Amado retrata el contraste entre los corruptos e ignorantes burgueses que beben en su fiesta de disfraces y el pueblo en lucha. Se nos aparecen como dos dimensiones antitéticas del ser humano. Eusebio Lima, funcionario del ministerio de Trabajo, viene para tratar de romper la huelga, pero los estibadores no ceden. Exigen la liberación de los presos para negociar. La policía dispara contra una concentración pacífica y hay un muerto. Marcos de Sousa, el arquitecto simpatizante del partido expresa en sí mismo estas contradicciones con su doble vida: ayuda a los comunistas, pero tiene sus amigos entre los explotadores, que son también sus clientes. “Me han comprado”, piensa, y siente asco de sí mismo. Por fin, toma una decisión. Se acabó el falso equilibrio entre los dos mundos. Al día siguiente irá al entierro del obrero asesinado.
La acción se sumerge en las discusiones y dudas de los obreros en huelga. El Estado Novo pone a los huelguistas en la pura ilegalidad, pero el coraje crece con la ignominia. La batalla está planteada. En el entierro, la policía carga y dispara sin mediar ninguna provocación y en el asfalto quedan ocho muertos y decenas de heridos, entre ellos Inacia, pisoteada por los caballos, que fallece poco después. Marcos de Sousa y Doroteu, unidos por la casualidad son los que la llevan al hospital.
Paulo, aunque vive con Manuela, ultima su compromiso con Rosinha, sobrina mayor de la comendadora de Torre. Cuando una tarde descubre el amor que le profesa Marieta, la mujer de Costa Vale, ello le abre nuevos horizontes eróticos. Poco después, los dos escapan juntos borrachos de un baile de disfraces mientras todos beben para celebrar su “victoria” sobre los huelguistas. Mientras, en Rio Salgado, Gonçalao decide organizar la lucha de los colonos, los trabajadores de las haciendas y los mestizos del valle ante la inminente incursión de los soldados.
Antonio Alves Neto, director de A Noticia, trabaja en el golpe de estado “armandista” contra Getulio Vargas. El putsch cuenta con el apoyo de los integralistas y trata de captar también a los comunistas. Saquila, redactor del periódico, es su contacto con los rojos y Alves le propone tratar de producir una escisión en el partido que apoye el golpe. Para ello le ofrece una imprenta en la que crear propaganda. El primer paso será combatir la huelga de Santos. El Rubio (Alberto), dirigente del partido y enfermo de tuberculosis, tiene una grave recaída y Mariana va a cuidarlo. Lleva para ello a su casa a Sabino, el médico en cuyo consultorio trabajaba. Tras el reconocimiento, deciden trasladarlo a la casa de Marcos de Sousa, el arquitecto, donde podrán hacerle más pruebas. Al comprobar que ha empeorado, Sabino ordena su traslado a un sanatorio en Campos do Jordão, donde el clima es mejor. Cuesta convencerle, pero al fin va.
El siguiente escenario es un puerto de Santos ocupado por el ejército. Su enemigo no es un ejército extranjero, sino los obreros brasileños, contumaces en el terrible delito de la huelga. Cuando algunos soldados piensan en el significado de su misión y mandan tres emisarios a hablar con el coronel, los tres son fusilados. Otro capítulo intercalado nos muestra a Apolinário combatiendo en España, inquieto por la escasez de noticias sobre Brasil. Un sargento checo le pasa un periódico atrasado que cuenta el heroísmo y la amarga derrota de los obreros de Santos. Cenando juntos comprenden que Chequia, Brasil y España son una única trinchera frente al fascismo.
João, marido de Mariana, permanece en Santos tras el fin de la huelga para combatir el desánimo y tratar de convencer a los obreros de que la mera realización del gran paro ha sido en sí misma un éxito que crea esperanza para el futuro. De hecho, el partido ha crecido en estas semanas. Hay que combatir además el derrotismo que predican las octavillas repartidas por Saquila y su grupo, misteriosa y apócrifamente firmadas por una “nueva dirección regional del partido”. Aunque le llega la dolorosa noticia de que Mariana acaba de abortar después de una caída, permanece en Santos unos días más hasta terminar el trabajo. Es emocionante la tensa conversación entre João y un Doroteu sumido en la más honda desesperación tras el asesinato de Inacia y cómo con buenas razones consigue traerlo de nuevo a la batalla.
Conocemos después la vida de Manuela tras su éxito. Trabaja de bailarina en un casino, sale en las revistas y se prepara para hacer una película, mientas vive con Paulo. Las proposiciones deshonestas que recibe cada poco en su trabajo la deprimen, pero ha aprendido a vivir con eso. Más difícil le resulta sobrellevar la frialdad de Paulo, al que teme que va a perder aunque aún no sabe nada de su compromiso con Rosinha y sus millones. Shopel, recién llegado de Mato Grosso, recibe el encargo de prepararla para la terrible noticia. Shopel rumia y rumia. Él también ama a Manuela, y acaricia la posibilidad de heredarla si juega bien sus cartas. Es magistral la escena en que se lo cuenta todo a Manuela. Ella llora abrazada a él, que le dice: “No te entregues a la tristeza. Tienes tu arte y tus amigos…”
En realidad, Paulo maniobra apurado entre las tres mujeres, de las que Marieta Vale es la que cree manejar los hilos de toda la trama. Ella es la que fuerza la ruptura con Manuela, de la que está celosa, utilizando el enfado de la comendadora por ese lío con una mujer que “no es de su clase”. Paulo empieza a estar harto tanto de la intrigante Marieta como de una brutal comendadora que no se recata en exhibir sin ningún pudor cómo compra un apellido para su sobrina. Su venganza contra ellas será tratar de mantener sus relaciones con Manuela. ¿Querrá ella? La escena que sigue entre Paulo y Manuela es magistral. Ella aparece transfigurada en una mujer que Paulo no conocía. La dignidad ultrajada aflora convertida en desprecio. Lo despide con cajas destempladas y él escurre el bulto con cierto alivio. ¡Hay otras!
Mientras tanto, la preparación del golpe armandista sigue adelante y Saquila da forma al nuevo Partido Comunista Obrero con el que piensa unirse a él. Su principal preocupación es la presencia a su lado en esta tarea de tipos de pocos escrúpulos como Camaleão, del que todos piensan (con razón) que es confidente de la policía, o el médico Heitor Magalhães, sospechoso de sustraer fondos del partido. Gente de prestigio a la que tantea, como el escritor Cicero d’Almeida se niegan a seguirlo en su aventura. Saquila piensa que si el golpe tiene éxito, todo será más fácil desde un partido legal.
En Mato Grosso la situación se complica cuando Gonçalão acude a Cuiabá en busca de instrucciones y contacta con Heitor Magalhães, que viaja haciendo propaganda por medio de mentiras para el nuevo partido de Saquila. En un principio, Gonçalao desconfía de la pretendida decisión del Comité nacional que Heitor le expone de permitir la entrada de los yanquis en Rio Salgado para hacer luego propaganda entre los obreros y mineros. Todo se aclara con la llegada posterior de João, que deshace el entuerto. Este le anuncia la inminente llegada de Doroteu, destinado a la selva para ayudar a Gonçalão al tiempo que en Santos la policía pierde su pista.
El intento de golpe armandista-integralista es un completo fracaso y los comunistas aprovechan hábilmente la situación, organizando una gran manifestación obrera en la que entre las pancartas de repulsa al golpe fascista afloran otras pidiendo amnistía, libertad de huelga, etc. Lucas Puccini, hermano de Manuela, ha tenido un papel destacado en la defensa del palacio presidencial, con lo que piensa que su carrera va a coger impulso. Manuela, por su parte, acaba de descubrir que está embarazada y aunque desprecia a Paulo, cree imprescindible casarse con él para que su hijo tenga un padre. Sin embargo, cuando se lo propone, Paulo reacciona airado y trata de convencerla para que aborte. Manuela escapa consternada y acude a Lucas, que también lo propone el aborto como solución, pues el nacimiento del niño fuera del matrimonio traerá problemas a la fulgurante carrera que comienza. Todas estas escenas sirve a Jorge Amado para mostrarse como el genial narrador de conflictos psicológicos que es.
En la clínica donde acude a abortar, Manuela conoce a Mariana, que acaba de ser operada de apendicitis. Mariana se siente atraída por la bellísima joven hundida en una negra desesperación y trata de animarla con su charla. Así se hacen amigas, y sin revelar su militancia, Mariana explica a Manuela su visión del mundo, en la que su caso es sólo un ejemplo más de la explotación que el dinero y las convenciones imponen al ser humano. Un día, Mariana presenta a Manuela al arquitecto Marcos de Sousa que acude a verla con una enorme caja de bombones.
Tras el intento de golpe, Vargas reprime a todos los implicados y por otro lado suma adhesiones en un nuevo gobierno en el que Artur Carneiro asume la cartera de Justicia e Interior. Paulo dirigirá el gabinete del nuevo ministro, mientras la prensa del corazón prodiga exclusivas de su noviazgo con Rosinha, sobrina mayor de la comendadora. Manuela, por su parte, recuperada ya, regresa al casino, aunque decidida a no renovar contrato. Se apoya en la amistad de Marcos y a través de él comienza a relacionarse con artistas y escritores de izquierdas que hacen madurar en ella otra forma de entender su arte. Lucas sigue ganando dinero mientras la relación entre los dos hermanos se enfría.
El libro concluye con una ofensiva gubernamental contra el Partido en la que algunos de sus principales dirigentes son detenidos gracias a las delaciones de Heitor Magalhães. Mientras tanto, en Rio Salgado, una nueva expedición fuertemente protegida avanza sin contratiempos de momento. En Múnich, Hitler se queda con los Sudetes sin resistencia de Daladier y Chamberlain. Así termina el mes de septiembre de 1938.
3. Luz en el túnel
Despega la obra con los interrogatorios y torturas de algunos de los comunistas presos: Carlos y Zé Pedro entre los dirigentes y tres militantes de Santo André: Ramiro, Rafael y Mascarenhas. Los interroga Barros, jefe de la policía política. El escritor Cícero d’Almeida también ha sido detenido pero no es maltratado. Gaby, su mujer, que ha visto en la comisaría los efectos de las torturas, vaga por los salones buscando voces que intervengan a favor de su marido. Allí encontramos a viejos conocidos. Shopel: “Yo soy contrario a la tortura.” Paulo: “Son cosas necesarias.” Al fin, Cícero es liberado. En una reunión con Marcos de Sousa en el apartamento de Manuela, deciden que lo más conveniente para tratar de acabar con el horror sería que alguien con prestigio intelectual reconocido fuera a hablar con Getulio y le hiciera una petición al respecto. Piensan que Hermes Rosende, el sociólogo e historiador, sería el más adecuado, pero este declina el ofrecimiento. Las torturas siguen e incluso un niño, hijo de Zé Pedro, es maltratado para hacer hablar a su padre. Nada consiguen, pero Josefa, su madre, que presencia todo, se vuelve loca. El médico que asiste al interrogatorio se suicida poco después. La difícil situación del partido obliga a multiplicarse a todos sus dirigentes. Mariana y João tienen que dejar de vivir juntos. El Rubio, por su parte, se escapa del sanatorio y junto con João toma las riendas de la situación en São Paulo.
La empresa de Rio Salgado sigue adelante con importante colaboración de capital americano y John B. Carlton, el director de operaciones en Brasil, cree llegado el momento de montar una gran obra “cultural”, ligando a los intelectuales brasileños con los intereses yanquis y alejándolos de la influencia del PCB. Para ello reclutan a Hermes Rosende y a Saquila, que andaba sin trabajo tras el intento de golpe de estado. Tratan de incorporar a Marcos de Sousa al grupo, pero este, tras una conversación con João queda convencido de que debe rechazar los ofrecimientos. João le propone la dirección de una nueva revista que con vestimenta muy democrática defenderá los intereses de la URSS en Brasil.
Policías de São Paulo viajan a Mato Grosso para unirse a los de ese estado en la persecución de Gonçalão. Hacen sus pesquisas primero en Tatuaçú y captan una hostilidad generalizada hacia su misión. En el valle, luego, donde ha crecido ya un poblado de obreros y técnicos gringos, la hostilidad la encuentran entre los caboclos que habitan la región, que acaban convenciéndoles de que Gonçalão ha huido a Bolivia. Oculto en la selva en realidad, el gigante ha organizado perfectamente la lucha. Él en persona se ocupa de coordinar a los caboclos, mientras Doroteu, infiltrado entre los obreros ha formado ya una célula del partido, y Néstor y Claudionor lideran la resistencia en las aldeas de la hacienda de Venâncio Florival.
Pasan unos meses y la revista de Marcos, Perspectivas, es ya una realidad. Un artículo de Josino Ramos ha causado estupor al describir la vida miserable de los caboclos del valle; estos además van a ser expulsados y sustituidos por colonos japoneses que cultivarán grandes plantaciones de arroz. Marcos es convocado por Costa Vale para ofrecerle la urbanización de toda la región, un proyecto millonario que él rechaza consciente de que le costará el boicot de los grandes capitales. En otro orden de cosas, Marcos y Manuela siguen cultivando una amistad que se ha transformado ya en amor por ambas partes sin que ellos acierten a darse cuenta de la reciprocidad de su afecto.
Se celebra al fin la boda de Paulo y Rosinha, acontecimiento del año que reúne a la mejor sociedad en una orgía de lujo y derroche mientras los comunistas protestan en octavillas incendiarias que hacen mella en la masa obrera. Saquila escribe en los grandes diarios reportajes que critican la deriva burocrática de la URSS. En las altas esferas sigue la división entre partidarios de USA y Alemania, mientras la lucha contra el PCB arrecia y la vida se hace muy difícil para todos los militantes que siguen en libertad. Tras meses separados, João y Mariana pueden verse al fin el día de carnaval. Es entonces cuando João conoce a su hijo. En febrero de 1939, Apolinário, con uniforme de comandante del ejército español, pasa la frontera francesa con sus soldados combatiendo hasta el último momento para proteger la retirada de los civiles que huyen del fascismo. La guerra está perdida. Internado en un campo de concentración, consigue escapar y huye a París.
El segundo capítulo comienza inmediatamente después del pacto Mólotov-Ribbentrop y el reparto de Polonia. Los comunistas son severamente criticados por esta política de sus mentores soviéticos y Marcos de Sousa es un mar de dudas hasta que habla con el Rubio y ve la luz. Él le convence de la conveniencia e incluso de la justificación moral del pacto. En esos días, Manuela es redescubierta por una importante compañía de ballet y contratada para una gira por Sudamérica.
Los comunistas presos son enviados a la isla de Fernando de Noronha, pero Ramiro, enfermo por las torturas sufridas, queda en el hospital y consigue escapar con la ayuda de Mariana. La explotación de Rio Salgado avanza. Localizados los yacimientos de manganeso y con los inmigrantes japoneses ya llegando, es el momento de expulsar a los caboclos. No obstante, los primeros intentos acaban en desastre. Gonçalão ha ideado un plan magnífico. La mayor parte de estas gentes se retiran a las profundidades de la selva y sólo los más decididos se quedan en el valle, dispuestos a emprender una guerra de guerrillas contra los soldados. Cuando los caboclos consiguen sus primeros triunfos, el asentamiento de los japoneses debe pararse de momento y se prepara una gran expedición para someterlos. La lucha se extiende a los obreros de las construcciones, liderados por Doroteu, que se declaran en huelga y a los peones de las plantaciones, que incendian los cafetales de Venâncio Florival. Claudionor es abatido a balazos.
Costa Vale ve las cosas claras. Getulio coquetea demasiado con los alemanes en este inicio de la guerra mundial, pero ha llegado el momento de darle un tirón de orejas. No se da cuenta de que Brasil estará siempre en el área de influencia de los gringos. Paulo y Rosinha viven en París su vida de casados distantes, entretenidos cada uno por su lado. Marieta está con ellos y sigue a Paulo desesperada, sin recibir más que muestras de desprecio. Al fin regresa a Brasil deprimida. Lucas Puccini tiene un gran éxito al darle Getulio un contrato que Costa Vale ambicionaba. Este se siente perjudicado por la depresión de su esposa y le da un ultimátum que la cura de todos sus males. Volverá a ser la Marieta de siempre, la primera dama de São Paulo, y ya le ha echado el ojo a un joven gringo que reemplazará a Paulo en su corazón.
En una escaramuza en el río, los policías creen haber dado muerte a Gonçalão. Allí se pierde el envío de munición necesario para prolongar la rebelión. Reunidos Gonçalão, Doroteu y varios caboclos, deciden abandonar la lucha y separarse, aunque cinco de estos hacen un ataque desesperado y suicida a la sede de la empresa. El año 1940 es muy duro para los comunistas, estigmatizados por el pacto germano-soviético y su apoyo a la Alemania nazi en la época del bloqueo aliado. Detenciones y torturas acompañan a las críticas de los grandes medios, aunque Perspectivas sigue publicándose con éxito de ventas. Mariana y João llevan ocho meses in verse, pero la lucha llena su vida.
La mejor burguesía paulista se reúne en la selva con representantes de los gobiernos brasileño y estadounidense para inaugurar las instalaciones de la empresa que va a explotar el valle de Rio Salgado. Tras la larga noche de bebida y juerga, en la hora de la partida con las primeras luces del alba, los festejantes descubren que la bandera americana que presidía todo ha sido sustituida por la camisa sangrante de un caboclo muerto.
El tercer capítulo nos presenta a Heitor Magalhães, que está haciendo mucho dinero con su asociación de ayuda a Finlandia, consiguiendo fondos entre la alta burguesía. No obstante, cuando organiza un gran acto público de homenaje a Finlandia, es reventado por un grupo de obreros que extienden en el local una gran bandera roja con la hoz y el martillo. Lucas Puccini es ya el “audaz industrial” que elogia la prensa. Ha ganado mucho dinero, pero todavía envidia a hombres como Costa Vale. Ambos compiten ahora con sus proyectos en un concurso importante y Lucas tiene la audaz idea de ir a ver al banquero y proponerle un pacto que los beneficiará a los dos. Costa Vale acepta. Codeándose ya con la mejor sociedad, Lucas es el hombre del momento al que la comendadora elige como marido para Alina, su sobrina soltera, con la intención de que dirija sus negocios.
Junio de 1940. Los alemanes avanzan hacia París. La ciudad es tristeza y confusión. Paulo, que ha sido trasladado a Lisboa por obra y gracia de la comendadora, lee en un café una carta de Shopel que le cuenta las novedades de Brasil. Lo que más preocupa a Paulo es el noviazgo de Alina con Lucas Puccini. Se ve en el futuro bajo el imperio de este hombre de origen humilde, pero inteligente y ambicioso, como le ocurre a su padre con Costa Vale. Por el café aparece Apolinário, al que Paulo conoce de la embajada. Cambian impresiones… Para Paulo, Hitler va camino de ser dueño de Europa y el mundo. Para Apolinário, la lucha continúa. No se lo dice a Paulo, pero ha decidido quedarse en Francia y luchar en la resistencia.
En Brasil, Getulio vira hacia los alemanes y eso provoca la dimisión de Artur, que esconde una protesta del capital americano. Getulio nada entre dos aguas. Ese mismo día, la policía anuncia haber dado “el golpe definitivo” al PCB. João y el Rubio han sido detenidos, también Marcos de Sousa. Mariana, milagrosamente, no. El comportamiento de Mariana en esta situación difícil es de manual de realismo socialista: “Aunque hubiera quedado uno solo de nosotros, él sería el Partido. Nadie tiene derecho a desesperar.” El heroísmo del proletariado encuadrado en la estructura inmortal del Partido no admite límites ni fisuras. Interrogado por un juez con veleidades liberales, João denuncia las torturas sufridas y exige que se abra una investigación sobre ellas. Preguntado por sus actividades, João expone hábilmente sus ideales comunistas, sueños de humanismo y libertad que sólo resultan patéticos cuando la referencia que los alimenta es la URSS de 1940.
Marcos de Sousa, detenido, conoce detalles de la delación que hizo caer la cúpula del partido en São Paulo. Ve en sus compañeros de reclusión los resultados de las torturas. Aunque él no conoce a nadie, todos saben quién es y le hacen sentir su aprecio. Él les da una conferencia sobre arquitectura y clases de inglés. Esos días decide solicitar su ingreso en el Partido. Cuando le anuncian la visita de alguien que se ha identificado como su mujer queda sorprendido, pero al saber que ha sido un truco de Manuela para que la dejaran verle se siente feliz. En el locutorio se confiesan su amor y deciden casarse en cuanto él sea liberado.
El camarada Vitor, prototipo de revolucionario comunista, es enviado desde Bahía para reconstruir la estructura del Partido en São Paulo. Sus planes son ambiciosos. A través de él llega a Mariana un mensaje de João, trasladado a Río para el proceso. La personalidad de Vitor, que le hace no conocer obstáculos, su inteligencia práctica y su capacidad de trabajo hacen que el Partido se reorganice rápidamente. Manuela baila El lago de los cisnes en São Paulo con éxito clamoroso. Tras la actuación, recibe a la comendadora, Costa Vale y Shopel, pero es fría con ellos. Cena después con Lucas, y los dos hermanos se cuentan sus planes de futuro. Lucas se opone al matrimonio de Manuela con Marcos, porque su boda con “un comunista” puede perjudicar sus planes con Alina, pero ella es inflexible; le recuerda además que la comendadora quiere de él simplemente su talento para los negocios. La vida los ha llevado a los dos por caminos muy distintos y ha querido enfrentarlos, pero los dos hermanos, ya en universos distintos, siguen queriéndose.
El gigante Gonçalão reaparece en São Paulo con el nombre de Miguel Fernandes y contacta con el Partido. Es encargado por Vitor del trabajo en las zonas rurales. Para ayudarle, traerán a Nestor. A primeros de septiembre, Marcos es liberado y en quince días se casa con Manuela. Mariana va a vivir con ellos en Río unos meses. Se conoce entonces la sentencia de João: ocho años de prisión. En los días del juicio a Prestes, con cuyo relato concluye la trilogía, el partido está vivo y es capaz de llenar los postes y cables de las avenidas con pequeñas banderas rojas que saludan al líder. Es sólo ésta la “luz en el fondo del túnel” aludida en el título de la novela, la presencia indestructible del Partido inmortal que sintetiza toda la esperanza del pueblo “porque comunismo significa vida, elevación del ser humano.” La escena final es el juicio público a Luis Carlos Prestes, preparado para mostrarlo como un delincuente y que eso deshaga su prestigio entre el pueblo. Prestes, más hábil, comienza su intervención recordando que ese día se conmemora el 23 aniversario “de la gran revolución rusa que liberó a un pueblo de la tiranía.” Su discurso es interrumpido y los policías se lo llevan a la fuerza. Mariana, presente entre el público, grita “Viva Luis Carlos Prestes” y es detenida. “Con paso firme, la cabeza erguida se dirige al coche celular.” Así concluye el libro.