Primera versión en Rebelión el 10 de marzo de 2021
El argentino Rodolfo Walsh echó a rodar a mediados del siglo pasado un nuevo género literario, el de las novelas testimonio o de no-ficción, que alcanzó gran desarrollo en español e inglés, con trabajos emblemáticos de Miguel Barnet, Elena Poniatowska o Truman Capote. La primera aportación de Walsh en esta línea fue Operación Masacre (1957), aproximación a los detalles de una matanza perpetrada en junio del año anterior por la dictadura implantada tras el derrocamiento de Juan Domingo Perón. Enriquecido en versiones sucesivas, el texto ha aparecido en 2018 en España en una edición de Libros del asteroide con introducción de Leila Guerriero.
El autor de Operación Masacre nació en 1927 en la provincia argentina de Río Negro, pero en 1941 lo encontramos ya de estudiante en Buenos Aires, donde desarrolla una carrera de periodista y novelista. Es importante destacar que en el momento del derrocamiento de Perón, en septiembre de 1955, Walsh, que había militado en un partido de derechas, simpatizaba con los golpistas y no contemplaba la política como una prioridad en su vida. Sin embargo, conocer de cerca las atrocidades de los militares va a producir una revolución en su conciencia que lo llevará a asumir una riesgosa labor de investigación y denuncia cuyo resultado fue Operación Masacre.
Rodolfo Walsh fue el primero en comprender la necesidad de una literatura reveladora de los excesos del poder, capaz de convertirse en instrumento eficaz contra él. En esa línea sigue trabajando en los años siguientes, y así ven la luz El caso Satanowsky (1958) y ¿Quién mató a Rosendo? (1969), al tiempo que publica narraciones de ficción y piezas dramáticas. Su compromiso contra las sucesivas dictaduras es firme, y a partir de 1973 milita en Montoneros, núcleo armado del peronismo más radical. Así es como en marzo de 1977 es acribillado a tiros por los militares que acababan de protagonizar otro golpe de estado un año antes. Su cadáver nunca fue recuperado y Rodolfo Walsh es uno más en la nómina de los desaparecidos por aquel régimen criminal.
“Hay un fusilado que vive”
Ésta es la frase que una tórrida noche de diciembre de 1956 un amigo le susurró a Rodolfo Walsh y cambió su vida para siempre: “No sé qué es lo que consigue atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. No sé por qué pido hablar con ese hombre, por qué estoy hablando con Juan Carlos Livraga. Pero después sé. Miro esa cara, el agujero en la mejilla, el agujero más grande en la garganta, la boca quebrada y los ojos opacos donde se quedó flotando una sombra de muerte. (…) Livraga me cuenta una historia increíble. La creo en el acto.” Son palabras del prólogo del libro, que describe también el desarrollo de la investigación por parte de Walsh, con nombre ficticio y revólver en el bolsillo, la desesperada búsqueda de editor una vez concluido el trabajo, y la ayuda inestimable de Enriqueta Muñiz, su compañera en esta lucha.
Los hechos narrados en Operación Masacre se enmarcan en el denominado Levantamiento de Valle, movimiento cívico-militar liderado el 9 de junio de 1956 por el general Juan José del Valle contra la dictadura establecida el año anterior. Fracasado éste, dieciocho militares, entre ellos el propio del Valle y dieciséis civiles fueron pasados por las armas, aunque siete de estos últimos lograron sobrevivir. El relato de Walsh se centra en los fusilamientos de civiles ocurridos en la localidad bonaerense de José León Suárez.
La obra está estructurada en tres partes. La primera: “Las personas”, nos acerca a los protagonistas, con amoroso apego a los detalles rescatados en meses de ardua investigación. Unos eran miembros de la resistencia peronista, pendientes aquella noche de la proclama revolucionaria que había de ser leída durante una pelea de boxeo transmitida desde el Luna Park y que se habían reunido con este fin en una casa. Otros eran simplemente gente que tuvo la mala suerte de estar en el lugar equivocado. Doce personas fueron detenidas en una redada que pretendía un escarmiento contundente.
La segunda parte: “Los hechos” sitúa el contexto histórico y narra lo sucedido a partir de todos los testimonios: la conducción de los presos hasta el basural de José León Suárez y su fusilamiento, y la odisea de los siete supervivientes para ponerse en seguro. Una conclusión importante de la investigación de Walsh y Muñiz es que todo se produjo antes de la proclamación de la ley marcial, lo que desbarataba la base legal aducida por los militares para su actuación.
La tercera parte “La evidencia” es un homenaje al valor de Juan Carlos Livraga, cuya demanda por las arbitrariedades criminales sufridas fue vergonzosamente desestimada en los tribunales. El libro repasa los avatares del proceso y concluye con la noticia del secuestro y ejecución en 1970, por un comando de Montoneros, del general Pedro Eugenio Aramburu, responsable supremo de la dictadura cuando se perpetró la matanza.
El coraje de Rodolfo Walsh y Enriqueta Muñiz fue capaz de sacar a la luz un episodio represivo que, sin su trabajo de investigación y divulgación, lo más probable es que hubiera quedado relegado al olvido. ¿Sirve para algo la literatura? Con Operación Masacre, primera y emblemática novela testimonio, se inaugura un camino que muestra soberbiamente el potencial de este género como medio de denuncia e instrumento para la toma de conciencia frente a los desmanes del poder.